Ni diálogo ni revuelta, sino todo lo contrario
Escrito por Hermann Alvino | @hjalvino   
Miércoles, 16 de Abril de 2014 15:20

altCualquier decisión política trascendente, como optar o no por el diálogo en Venezuela,  puede ser analizada con la mejor herramienta de referencia, cual es la Historia. Es cierto que la intuición, el sentido común, y la realidad concreta, al final serán los factores que prevalecerán sobre el curso a seguir, siendo sensatos y racionales, o temerarios e ignorantes del pasado; pero no menos cierto es que la consulta de dicho pasado sirve como base adicional para disponer de información muy valiosa para estas situaciones.

El problema está en que quienes anteriormente decidieron en circunstancias equivalentes, también se enfrentaron a las mismas dudas -tanto la de sus antecesores como la de sus sucesores contemporáneos-; y dado que siempre hay factores imponderables, sean externos o concomitantes a la personalidad y a las vivencias de cada uno, nunca hay un curso constante y coherente de opciones, de manera que tanta pluralidad de variantes del pasado puede ser utilizada para justificar cualquier decisión presente.

Baste solo con dos ejemplos para mostrar esta dificultad, y transladarla a nuestros dias para comprender el contexto en el cual se inserta la postura de la MUD como entidad opostitora promotora del diálogo con el régimen, y los adversarios de esa opción.

Durante los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial, la diplomacia internacional fue dejada en mínimos, y los poderes establecidos en reinos e imperios optaron por irse a las manos sin darle mayores posibilidades a la negociación pacífica. Había unos imperios con voluntad de expansión, y otros con síntomas de debilidad en el control de sus gentes y territorios, más las profundas diferencias religiosas, los temores en ser desplazados como potencias dominantes en regiones de vital interés geopolítico, entrecruzamientos familiares -que a su vez condicionaban las relaciones entre potencias aliadas y adversarias-, diferencias de concepto de lo que debería y sería la guerra, acuerdos secretos de alianzas entre naciones, etc.

Todos, sin excepción, estaban seguros de que cualquier desavenencia que se resolviese por las armas significaría una escaramuza de corta duración. Óptica errada, como se supo poco después, que produjo una tragedia inmensa humana, junto a los rencores con los cuales arrinconaron al perdedor, imponiéndole condiciones tan extremas que terminaron siendo la semilla del siguiente conflicto planetario. Y todo por la impaciencia guerrera de reyes y emperadores, presidentes y primeros ministros, para quienes la diplomacia era un juego de salón cuya importancia no se correspondía con tanto delirio de poder.

Como escarmiento de aquella carnicería se creó la Sociedad de las Naciones, cuya intención era impedir nuevas guerras, y que a su vez fracasó porque la crisis social y económica de las décadas de los años 20 y 30 abrió las puertas al fascismo y al nazismo, además de tener que lidiar con la presencia de un comunismo ya afincado en el poder, y con objetivos de expansión europeos muy difíciles de neutralizar.

Aun así, el recuerdo del primer gran conflicto ahora indujo a negociar al máximo para darle a la diplomacia todas las oportunidades del caso, a cederle a Hitler los territorios checos, y a mantener en todo momento la prudencia, y el diálogo…hasta que se rompió la baraja con la invasión nazi a Polonia, que obligó a Inglaterra a reaccionar, dado su acuerdo de protección a ese país en caso de ser agredido. El resto es historia.

En síntesis, en un caso se precipitaron los acontecimientos, sin desarrollar a plenitud ni el  diálogo ni la diplomacia; mientras que en otro caso, la guerra se produjo igualmente aun llevando éstos instrumentos al máximo de sus posibilidades.

Como se dijo al inicio, el pasado nos puede servir para defender tanto una opción como la contraria a ésta; o en otras palabras, recurriendo a nuestro refranero, cual espejo de la complejidad y contradicciones del ser humano, si decimos que “Dios ayuda a quien madruga” siempre escucharemos a alguien que responderá que “No por madrugar amanece más temprano”. Y eso se refleja en los actuales políticos opositores.

Tomemos por ejemplo a políticos del mismo tronco socialcristiano: es conocida la voluntad de Eduardo Fernández en promover el diálogo entre todos los venezolanos -lo cual no le impide denunciar acertadamente las arbitrariedades y errores del régimen-; como complemento de esa postura nos topamos con Oswaldo Álvarez Paz, quien afirma “…ratifico mi convicciòn de que el documento entregado recientemente por la Conferencia Episcopal Venezolana y las posiciones de los Arzobispos Padrón y Pérez Morales sintetizan el sentir y el querer de la nación venezolana. Allí està todo“. (http://goo.gl/kW1h6F); como contraste se puede leer a José Ignacio Moreno, quien afirma: “El cuestionado mandatario dijo además que los presos seguirán presos y que el socialismo no se detiene. Así las cosas, es claro que sólo la calle decidirá el futuro. No se engañe nadie. No hay otro camino.” (http://goo.gl/RIE7b6). Por otro lado, el Secretario General de COPEI intenta integrar posiciones diciendo: “Pero que quede claro; el diálogo de ninguna manera puede ser la coartada para silenciar la protesta. Mientras no se respeten los derechos reclamados por el pueblo. Sigamos protestando.” (http://goo.gl/NF7IXX). Esto es, ni diálogo ni revuelta, sino todo lo contrario.

Nótese que estos matices solo se limitan a parte de la esfera social cristiana. Ahora bien, si a éstos le sumamos la óptica de María Corina Machado, la de López y Ledezma, y la de otros miembros de la MUD entonces veremos lo complicado del asunto: porque a quienes insisten en llevar el diálogo hasta donde no se pueda más, se les reclamará que han renunciado a la acción, y a quienes sigan en la calle, se les criticará por su insistencia en descartar la vía pacífica.

El pasado pues, sirve como referencia ambigua, y los venezolanos están en el medio de esta dicotomía; pero no solo los opositores, porque está clarísimo que dentro del mismo régimen hay también posiciones encontradas, ya que en contra de las apariencias monolíticas del castromadurismo, hay radicales y moderados -aunque en ambos sectores haya quienes no tienen nada que perder, junto a otros a quienes se les acabaría la fuente de su riqueza mal habida-; porque la naturaleza misma del régimen, sin llegar a ser caótico, es la anarquía, reflejada anteriormente en el permanente desgobierno de Chávez, y ahora irreversiblemente consolidada luego de su muerte. Y es ese mismo andamiaje anárquico el que permite matices importantes, aunque quienes sopesen seriamente la opción del entendimiento, puedan estar contaminados por cierta dosis de mala fe, que les tienta a utilizar esa vía para ganar tiempo y fortalecerse más en el poder.

Al igual que aquellas condiciones que debían cumplirse para evitar un conflicto, la MUD mencionó cuatro requisitos -aunque no los haya explicitado a plenitud, como a muchos le hubiese gustado, en la “sentada” trasnochadora con el régimen-: “una Ley de Amnistía para presos políticos, la instauración de la Comisión Nacional de la Verdad independiente, el compromiso para la renovación equilibrada de los poderes públicos y la desmovilización de grupos paramilitares conocidos como ‘colectivos’”.

¿Que pasará si alguna de estas condiciones no se cumple? ¿Hasta donde la MUD es capaz de estirar su tolerancia, en caso de que el régimen siga abusando de todos nosotros?

¿Y si esa tolerancia se agota, cómo redefiniría la MUD términos como “conflicto”, “calle”, o “salida”? ¿Y los opositores extraMUD partidarios del entendimiento?

¿Hasta qué punto se puede equilibrar un diálogo no concretado, con el deterioro del liderazgo de quienes lo promueven y dan la cara?

¿Qué conlleva más riesgo, el salvar el actual liderazgo opositor moderado, endureciendo progresivamente sus condiciones para el entendimiento, o el tolerar que pase el tiempo sin avances reales, dejando al mundo opositor sin liderazgo organizado para caer en manos más temerarias?

Probablemente todo dirigente de la MUD que se respete se haya hecho preguntas similares. Y nadie podría criticarle el no tener respuestas completas.

Lo que en cambio sí es inquietante, es que al no compartir sus reflexiones relacionadas con esas preguntas, el país opositor llegue a la conclusión de que el “riesgo” de la opción del entendimiento ha sido sustituído por la “incertidumbre” de la espera de elecciones parlamentarias en el 2015 y en las presidenciales del 2019.

Es lo que hay. Y aunque a ellos no les guste, esta crítica, aunque peligrosa, es legítima.

Hermann Alvino

Twitter: hjalvino

http://vivalapolitica.wordpress.com/

 


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