Las autocracias no dialogan, pero...
Escrito por Rafael Piña Pérez (economista)   
Martes, 15 de Abril de 2014 06:42

altLas autocracias como regímenes totalitarios que controlan todos los poderes públicos, la renta nacional, los medios de comunicación y la economía en general, no dialogan, son monólogos y unidireccionales  en términos de comunicación. No reconocen a los adversarios y los descalifican con improperios de diferentes índoles, les fabrican delitos a cuantos opositores  le son incómodos  para enjuiciarlos y condenarlos.  El ejemplo típico más cercano a nuestro país es Cuba, cuyo régimen totalitario lleva 55 años oprimiendo al pueblo con miseria y represión.  Todas las autocracias ya sean de extrema derecha, de extrema izquierda o de centro, son represivas y violadoras de los derechos humanos, sin excepción, así lo registra la historia de los procesos sociales de la humanidad.  Impera en estos regímenes un pensamiento único de los que controlan el poder. No hay debate entre los diferentes actores de la sociedad, no existen libertades para expresar opiniones distintas a las identificadas con el poder.

En Venezuela, este régimen autocrático lleva 15 años acumulando poder.  Ya controlan absolutamente todos los poderes del Estado.  La renta petrolera es manejada directamente por el poder ejecutivo, desde que deliberadamente liquidaron la meritocracia para tener acceso directo a la renta petrolera que vienen manejando con toda discreción sin ningún tipo de control por parte de la Contraloría, ni de la Asamblea Nacional. Tienen el tupé de decir sandeces como eso de que la oligarquía no volverá al poder ni por golpes ni por votos; pero si la oligarquía es la que está en el poder: Han confiscado bancos y empresas agrícolas, industriales, comerciales, medios de comunicación, etc.  Es la auténtica oligarquía parasitaria que se ha enriquecido súbitamente, destruyendo gran parte del aparato productivo, deteriorando a PDVSA y a las empresas básicas.  Se han pervertido valores éticos de nuestra sociedad y la corrupción está llegando a niveles degradantes con un poder sin escrúpulos en el manejo de los recursos públicos.

Esta autocracia no ha alcanzado el climax del totalitarismo, aunque lo tiene implícito en su plan del poder total, hacia allá quieren llegar y no creo que lo puedan lograr.  Se han visto obligados a tener encuentros con la oposición para aparentar un talante democrático que no lo tienen, demostrado en la permanente represión de las protestas por parte de fuerzas regulares y paramilitares armados por el gobierno.  Me cuento entre los que apoyamos los encuentros entre gobierno y oposición, porque permiten exponer ante la opinión pública nacional e internacional el discurso agresivo y retórico del gobierno y el discurso de la postura democrática del sector opositor.  Eso si, la oposición debe exigir el restablecimiento de la constitución, violada por todos los poderes públicos, empezando por el máximo tribunal.  A este respecto deben ser tajantes en la liberación de todos los presos políticos, el regreso de los exiliados, la restitución en sus cargos de los alcaldes arbitrariamente despojados, de los parlamentarios Nardo, Aranguren y María Corina Machado.  Estas solicitudes deben ser prioridades para avanzar en los encuentros de diálogo. Restablecer la  vigente constitución pasa por anular estas arbitrariedades de los órganos de la justicia. No creo que las dos posiciones de la oposición entre las que lideran López, María Corina y Ledezma por un lado y la que lidera la directiva de la MUD sean contrapuestas, se trata de estrategias diferenciadas, pero necesarias para lidiar con una autocracia que pretende ser totalitaria.

Las autocracias limitan en lo posible de su poder institucional y de la fuerza bruta, la participación de la gente para expresarse en opinión y protestas ante el estado de cosas que le afectan.  Recordando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en el plebiscito de 1957, se demostró que lo perdió, porque el pueblo votó, sin lo cual hubiera sido imposible demostrar el fraude. La historia es rica en muchas partes del mundo acerca de los fraudes cometidos por las autocracias en procesos electorales, pero en la mayoría de estos ha sido decisiva la participación de los pueblos, aún con las limitaciones que imponen las autocracias para que la gente se exprese con votos, opinión o en cualquier protesta, por muy pacífica que sea ante  sus ejecutorias. Para lidiar con las autocracias hay que aplicar una permeable sindéresis sin desperdiciar o desaprovechar ningún espacio para enfrentarla. No utilizar los espacios que van quedando para expresarse, es hacer dejación hacia la profundización del sistema totalitario, el cual será posible, si lo permitimos.

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