¿No es una alucinación escuchar que en Venezuela hay total y absoluta libertad de expresión cuando RCTV fue cerrada, y más recientemente, y sin derecho de pataleo, 34 emisoras de radio y dos televisoras más?

Mucho se ha especulado acerca de si Charles Lutwidge Dodgson, sacerdote anglicano, matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido como Lewis Carroll, y mejor conocido por su obra Alicia en el país de las maravillas, era opiómano. No hay pruebas que sustenten esta teoría, pero es bastante probable que Carroll haya consumido láudano, un analgésico muy popular en el siglo XIX hecho de vino, canela, azafrán, clavo… y opio. El láudano en altas dosis produce alucinaciones. Alucinaciones como las que sufre Alicia en su recorrido.

Imaginen que Lewis Carroll no hubiera vivido en la Inglaterra del siglo XIX, sino en esta Venezuela del siglo XXI y hubiera escrito sobre las cosas que suceden… ¿Lo hubieran tildado de opiómano? ¡Jamás! Aquí hubiera sido un simple cronista.

Son tantas las contradicciones, las paradojas, las exageraciones, los cuentos, las mamarrachadas, los abusos… que hay momentos en los que muchos nos preguntamos, con angustia, si será que nos estamos volviendo locos. Pero al remitirnos al texto de Carroll nos damos cuenta de que aquí estamos, como le dijo el Gato de Cheshire a Alicia, en un lugar donde “lo que es, es lo que no es, porque lo que no es, es lo que es”. Una continua alucinación, una constante pesadilla, pues.

¿No es acaso una alucinación que los cuerpos de seguridad del Estado se dediquen a perseguir a los opositores, a buscar “delitos” para acorralarlos, anularlos o apresarlos, cuando las páginas rojas de la prensa están llenas de historias desgarradoras de muertos, heridos, secuestrados, asaltados… a manos de un hampa que actúa con total impunidad?

¿No es una auténtica pesadilla que la nueva ley de educación (en minúsculas) sea para formar muchos chavecitos?

¿No es una alucinación escuchar que en Venezuela hay total y absoluta libertad de expresión cuando RCTV fue cerrada, y más recientemente, y sin derecho de pataleo, 34 emisoras de radio y dos televisoras más?

¿No es una pesadilla ver las propagandas que dicen “no” a la violencia mientras por otros canales (y hasta por el mismo canal) se nos advierte que la revolución es pacífica pero está armada, nos ofrecen gas del bueno y nos dicen que pensar distinto es traición a la patria? ¿Hasta cuándo durará este mal viaje?, ¿cuándo terminará esta pesadilla?