Revolución Perenne
Escrito por José Antonio Rivas Leone   
Viernes, 04 de Septiembre de 2009 07:13

altLa radiografía de la Venezuela actual, la Venezuela del segundo semestre del 2009 es realmente alarmante y poco alentadora en múltiples aspectos. La cruda realidad nos demuestra que ni si quiera con el acelerador a fondo la revolución podrá avanzar, y peor aún, salir bien parada del caos en el que estamos sumergidos los venezolanos. La cifras económicas son rojas ni siquiera con el petróleo cercano a los 70 dólares el barril podemos cubrir los desajustes, el déficits y los propios desequilibrios que tenemos, entre otras cosas porque importamos todo, no hay inversión, generación de empleado calificado, reactivación de la industria y sector manufacturo, agro, construcción, turismo y demás, aunado a los daños del control cambiario, y la negativa del gabinete económico a tomar medidas.


El que no se tomen medidas o ajustes no quiere decir que la situación se detiene o mejora. Sin embargo, mientras el país se desarma y la sociedad se descompone como consecuencias de los graves desajustes socioeconómicos, el presidente lejos de concentrase en fomentar un diálogo fecundo, bajar la tensión con algunos de los países vecinos, establecer nuevas alianzas, industrias y mercados en nuestra región, reactivar el flujo e intercambio comercial con Colombia, y fundamentalmente gobernar, Chávez decidió emprender un nuevo periplo que persigue reuniones estratégicas, compras de más armamento, cohetes, aviones, municiones y para usted de contar.


Pero lo que es intolerable es aceptar esa ópera bufa montada por el propio Chávez en Libia para festejarle los 40 años en el poder al dictador sanguinario de Muamar Gadafi. El presidente venezolano expresó que “la revolución bolivariana será perenne” cuando todos sabemos que este país no aguanta más, no sólo los venezolanos estamos hartos de la diatriba, el cacareo, la corrupción, la malversación de fondos públicos, el proselitismo político, sino una economía que es una bomba de tiempo justamente por no haberse tomado las medidas de rigor, somos un país improductivo, importamos todo, exportamos solo petróleo, con costos sociales, con pobreza y además ahora con una leyes que incidirán negativamente sobre la agricultura, la inversión, la economía, la educación y otros.
Un país no puede sostenerse en torno a mitos, a la oratoria, a discursos vagos que son justamente los elementos que más se envejecen, son engañosos y perecederos. Justamente el populismo de distinto cuño prolifera en nuestra región latinoamericana no sólo por los desequilibrios y la pobreza de sectores desasistidos, sino además por la precariedad de las instituciones, de los partidos y de los liderazgos tradicionales. Sin embargo, la historia es certera y deja claro que los populistas de derecha y de izquierda, o militaristas no han podido solventar y más aún cumplir sus promesas, sus ofertas y utopías.

El populismo ha sabido politizar las exclusiones y carencias y ha intentado siempre capitalizar las propias fallas de las instituciones democráticas y el Estado para solventar demandas.
La constante o regla de oro de los diversos populistas, el medio más adecuado de proliferación es el lenguaje, los discurso, mensajes y el establecimiento de una polarización y campos antagónicos. Venezuela es una muestra fehaciente de la polarización, del histrionismo y el lenguaje envolvente. El trauma y falacia está en que un sector importante de los venezolanos perdieron diez años creyendo en una supuesta revolución y transformación que permitiría un renacer de la República, un nuevo país, una sociedad justa, emprendedora, vigorosa, competitiva, unos venezolanos bien educados y formados, unas instituciones decentes, autónomas y eficientes, una clase política si bien no formada al menos honesta y responsable.


La democracia venezolana sigue teniendo profundas deudas con buena parte de la población que aspira cambios, logros materiales e inmateriales y no maltratos, persecución, humillaciones, violaciones, gas del bueno o criminalización de la disidencia, entendiendo a la disidencia como todo aquel que exprese alguna diferencia con el gobierno y oficialismo incluyendo a los chavistas que también han resultado perseguidos. Lo único perenne o inmortal no es precisamente este invento forzado de revolución sino justamente será nuestra firme voluntad de vivir en paz, en democracia y en un régimen de libertades que se construye y destruye día a día, y que su presente y futuro depende únicamente de los venezolanos.

(*) Politólogo y docente de la Universidad de Los Andes


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