El Gobierno pierde la calle, paciencia
Escrito por Rafael García Marvez   
Miércoles, 02 de Septiembre de 2009 07:53

altHay suficientes elementos de juicios para considerar que el Gobierno nacional ha ido paulatinamente y de manera constante perdiendo espacios trascendentes, incluso, dentro de los sectores populares, dentro de las familias paupérrimas que habitan en los lugares más miserables del país.

De allí la razón, entre otras por supuesto, pero es ésta la que más preocupa, de las amenazas de la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz y del propio presidente Chávez.

Este domingo que acaba de pasar el Presidente prácticamente ordenó la detención del gobernador del Táchira, César Pérez Vivas. Hombre indiscutiblemente valiente y capaz, además de honesto, y, luego, un día antes o un día después la Fiscal General amenazó con enviar a la cárcel a quien osara hacer uso del derecho constitucional de salir a las calles a protestar para que el Gobierno cumpla con su responsabilidad de trabajar de manera eficiente en la solución de las necesidades más ingentes.

Estas posiciones arbitrarias y despóticas, tanto del uno como de la otra, recibió una respuesta contundente del gobernador Pérez Vivas y de la dirigencia política, que evidentemente no se dejarán amedrentar, como sucedía meses atrás en que bajaban las cabezas ante los ladridos provenientes de Miraflores.

El Jefe del Estado y sus adláteres no se dan cuenta o no se quieren dar cuenta de que los tiempos cambiaron. Que ya no tiene las fuerzas populares que les acompañaron en estos diez largos años y que las armas rusas, ni los aviones Sukhoi, ni los tanques de guerra, mucho menos los gases lacrimógenos, van a vencer la voluntad de un pueblo a ser libre. Es por eso, que se están estrellando contra esa muralla de acero.

Las armas y la violencia, siempre, a veces un poco más tarde a veces menos, pero finalmente es rendida por los pueblos que se mantienen firmes y no aceptan y se resisten a vivir bajo el yugo de la humillación.

Esto tomó un camino definitivo y no tiene repliegue. El Gobierno de la revolución tiene ahora muy poca capacidad de movimiento; de la misma forma es poco el espacio de movilidad que le queda para frenar a los agentes democráticos, evidentemente pues que se le está agotando el “muñequeo”.

De allí proviene esa angustia y ese desespero de Miraflores ante la imposibilidad de ponerle la mano en el pecho a un pueblo que ha echado músculo y está pleno de bríos.

Dentro de tres días tan sólo, este sábado que viene, ya verán todos los venezolanos, que la marcha que fue convocada para ese día para protestar ante la Fiscal, burlarán sus bravatas y sus imposiciones que quiere aplicarnos al mejor estilo Pedro Estrada.

La paciencia de Job es una cualidad que debemos cultivar y saber conservar en estos momentos que soplan vientos a favor de los demócratas del país.

Hay que medir con cabeza fría cada paso que demos. Centímetro a centímetro, con mucho cuidado. No tienen cabidas las improvisaciones inmoderadas. Comparto por eso con Henrique Salas Römer este punto específico que él con mucho juicio hizo hincapié en una reunión muy interesante que sostuvimos días atrás.

Hay que hablar, hay que buscar los puntos de coincidencias entre nosotros, la unidad de estas fuerzas es una orden que nadie tiene el derecho de desacatar.

También estamos conscientes de que estas son luchas desiguales, sumamente fuertes y así debe asumirlo con realismo su dirigencia política y la sociedad civil, quienes al fin y al cabo, serán los grandes héroes de esta cruzada seductora que se está dando contra un gobernante que trata de aplicarnos un sistema comunista de la índole de Fidel Castro.

De modo que es necesario ser dueño de una fortaleza atlética y de una tenacidad y un estado de coraje antisísmico para perdurar dando la pelea en un entorno abiertamente desigual.

Nadie debe extrañarse entonces de que un gobierno con estas particularidades, que desdeña la libertad y donde al adversario hay que molerlo, actúe haciendo uso de la fuerza, controlando y centralizando todos los poderes del Estado.

De manera que esa lucha, ya lo dije en otra oportunidad, hay que darla en esos terrenos fangosos, no hay otros. Es un disparate ingenuo pensar que los que lucharon contra las dictaduras de Pérez Jiménez, del general Gómez, o la lucha del pueblo chileno contra Pinochet, o en Servia contra el sanguinario Milosevic, gozaron de consideraciones especiales o que fueron tratados con manos de seda.

Esas trifulcas fueron muy extensas. Décadas de frustraciones, de cárceles, de persecuciones, de sangre, pero tuvieron un final feliz como va a suceder mañana o pasado entre nosotros. Esa muralla, esa otrora gran fortaleza comienza a resquebrajarse, en cualquier momento puede volverse polvo.

Los demócratas nunca buscan una salida de fuerzas porque creen en el poder del voto y han aprendido a abrirse paso entre los tanques de guerra para luchar por sus derechos y defender la Constitución.

Nota: Me voy a tomar unas dos o tres semanas para dejarles descansar un poco.


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