¿Justicia en manos de esta fiscal general?
Escrito por Luis Fernández Moyano   
Domingo, 30 de Agosto de 2009 18:50

altNadie hubiera creído que la China, militante de ultra izquierda de uno de los grupúsculos más ultraizquierdistas de la ultra izquierda aragüeña, el PRV (RUPTURA), llegaría un día relativamente cercano no a terminar en la cárcel por conspiradora, encapuchada y tirapiedras, merecimientos ganados en una militancia subversiva de tomo y lomo, sino a representar el emblema de la institucionalidad de una justicia de nuevo cuño para una sociedad puesta patas p’arriba por un teniente coronel golpista: nada más y nada menos que fiscal general de la república. Poco importa la majestad de la república en cuestión. Fiscal general es fiscal general donde quiera que lo pongan. O la pongan.


Pero si ya esa perspectiva hubiera provocado los más insólitos e hilarantes comentarios – “¡la china de fiscal general!” – mucho más desopilantes hubieran sido los comentarios si puesta en el imaginario de una imaginaria república de ultra izquierda – militarista y autocrática para más INRI – se le hubiera puesto en sus delgados labios palabras de condena a trabajadores venezolanos que no ganan la milésima parte de su salario como fiscal general por dizque “provocar la rebelión popular”. ¡Pero si la china era la propia conspiradora, la febril agente del castro-comunismo, Tania la guerrillera de la región central! 


Veamos algunas perlas salidas de su estilizada boca: “Quienes alteren la tranquilidad y la paz pública para producir inestabilidad de las instituciones, desestabilizar el Gobierno, que atenten contra el sistema democrático, vamos a solicitarle su enjuiciamiento, incluso, no sólo de los autores materiales, sino también de los intelectuales". Vaya manera de insistir con la ley de crímenes mediáticos. ¿Quién iba a imaginarse a la china usando el lenguaje de Carlos Andrés Pérez en tiempos de la lucha contra las guerrillas castristas de los sesenta? ¿Quién viéndola de esquirol de las marchas ciudadanas y de guachimana del siniestro orden establecido?  ¿No es digno de una película de ciencia ficción?


Otras perlas que ella guarda en su boca, interpretando lo que considera es el sentir de sus enemigos mortales, los demócratas: "cualquier motivo para marchar, cualquier motivo para crear caos, lo que sea, lo que quieren es desestabilizar. A ellos no les importa nada, no les importa el país, lo que quieren es desestabilizar". ¿Qué tal? ¿No es una frase digna de un represor consuetudinario, un policía Izaguirre o un Manzo González, por decir lo menos? ¿Qué hace una rebelde como la Luisa Ortega del PRV  en un cargo como aquel? Fiscal General de la República…¡Qué molleja! 


Pero así nos duela: ni Manzo González ni el policía Izaguirre, ni CAP ministro policía de Rómulo Betancourt ni ninguno de los policías adeco copeyanos de la fementida Cuarta República llegó a tal colmo represivo. Sólo un ministro del interior de Pérez Jiménez, un Laureano Vallenilla-Lanz hijo, pudo haber dicho sin que se le arrugara el pescuezo que las protestas pacíficas de once asalariados de la Alcaldía Metropolitana “encajan perfectamente en el delito de rebelión civil, el cual de acuerdo con el artículo 143 del Código Penal, establece que serán castigados con prisión de 12 a 24 años, los que se alcen públicamente en actitud hostil, contra el Gobierno legítimamente constituido o elegido, para deponerlo o impedirle tomar posesión del mando. Entonces, estas conductas pudiesen estar encuadradas perfectamente en el tipo penal. Yo quisiera que aquellas personas que se alzan en actitud hostil contra el gobierno legítimamente constituido, sepan cuáles son las consecuencias".  ¿De 12 a 24 años de cárcel por presentarse ante una institución pública reclamando el pago de sus salarios? Si ésta no es la preclara fiscal general de un régimen dictatorial, que alguien me explique qué es una dictadura sino aquel régimen que mete en la cárcel por protestar o por encabezar una protesta. ¿Algún comentario, Señor José Miguel Insulza? ¿Algún comentario, señor Lula da Silva? Ni Augusto Pinochet.

Por cierto: la amenaza a cumplir 24 años de cárcel por alzar la voz contra el teniente coronel o cualquiera de sus secuaces no es broma. 30 años les dieron a los comisarios y policías de la metropolitana por no disparar un solo tiro el 11 de abril. Si se hubieran atrevido a tirar uno sólo, ya estarían sirviendo de pasto a los gusanos. Hitler se quedó pendejo.


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