Los lacayos del tirano
Escrito por Luis Fernández Moyano   
Domingo, 23 de Agosto de 2009 09:26

altEl honor no es su divisa. Su divisa es el deshonor: ser rastrero ante la bota del supremo, cobarde ante el pueblo soberano, prepotente ante sus inferiores y servil ante quienes ya cruzaron el campo minado de los ascensos, las jaladas de bola, el engorde de cuentas corrientes y la exportación de divisas. Pues si algo ha quedado en claro en esta década de infortunios y miserias es que guardia nacional no se volverá a escribir con mayúsculas. Benavides Torres, quien diera la orden de lanzar su gordas provisiones de bombas lacrimógenas para impedir que culminara en sana paz la gigantesca y apoteósica marcha contra la LOE,  dio una vez más prueba fehaciente e irrebatible de lo que aquí se afirma. Que se vaya preparando para cuando llegue el carnaval, que ha violado los derechos humanos en suficientes ocasiones como para sentarlo en el tribunal de Nuremberg. Lo sentaremos.

Si quien esto escribe no fuera un civilista empecinado sino un uniformado de los decentes – que los hay y sobran, como pueden demostrarlo todos quienes hoy militan en las filas de la oposición, para honra de sus armas y arma de sus honras – se moriría de vergüenza al leer los comentarios de un columnista político colombiano, muerto de la risa ante las bravatas del teniente coronel. Vino a decir más o menos lo siguiente: “¿con qué culo se sienta la cucaracha belicista del teniente coronel? Porque si a ver vamos, nuestras fuerzas armadas” – se refería a las suyas, las colombianas – “ llevan cuarenta años guerreando contra las narcoguerrillas, mientras los ejércitos venezolanos llevan cuarenta años bebiendo whisky”. Váyase al economato de las FFAA y verá cuánta razón le asiste, para nuestra vergüenza.

Este Benavides Torres es de los que no hallarán covacha donde esconderse cuando comience el count down. Que, por cierto, ya comenzó. Según las encuestadoras, en el mes de abril. Y no parará hasta ver despegar de la Carlota y a todo tren a la vaca sagrada de los nuevos tiempos. Tendrán que alquilar un Jumbo Jet o apoderarse de un Hércules, que si se suman los miembros del estado mayor y sus familias, del TSJ, la Fiscalía, la Defensoría, la Contraloría y la Asamblea tendrán que alquilar toda la cuadrilla de American Airlines. Sin contar la monarquía barinesa, que hasta a sus vacas holandesas recién importadas querrán montar en el aeroplano. Sólo las joyas de la ex maestrita ocuparán un container. Sumados los relojes de Huguito, la carga será descomunal.

Ya están en el bunker de Miraflores. Similar al del Untergang hitleriano. Unos, borrachos e inconscientes de la avalancha que se les viene encima. Otros, contando billetes. Los más, estudiando posibles paraísos fiscales donde ir a parar cuando suenen las trompetas de Jericó. Los contables rompiendo facturas, los leguleyos pariendo decretos, los asomados robándose hasta la cubertería.

Huele a caída, a Untergang, a naufragio, a Titanic. Una mala noticia para los lacayos del tirano: los botes salvavidas no alcanzan para todos.


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