¡ESCARBA…JAL!
Jueves, 20 de Agosto de 2009 19:34

altPor los aledaños de la oposición venezolana merodea toda suerte de flora y fauna tropical: lirios y rododendros, rosas y nomeolvides, cachicamos y morrocoyes, toda suerte de bichos conchudos y de uña en el rabo. Y sapos, muchos sapos. De esos gordos, de piel manchada y ojos vidriosos y saltones. Pronto a brincarle al pescuezo al primer desprevenido que enarbole la bandera de la contestación. Corriendo luego a denunciarlo ante el príncipe enano, rey de la comarca. Sapos prodigiosos, sapos ambiguos, sapos ceremoniosos y de hablar pausado. Propio de quienes sueltan secretos de alcoba mientras preparan zancadillas con la ensortijada punta de sus pantuflas. Sapos cortesanos, de gorros con cinco puntas y cascabeles impertinentes. Pero sapos. Que sapo es sapo donde lo pongan. 


Florecen en estos tiempos de agudización de la crisis. Cuando baja el hervor y se repliegan las huestes de la libertad, estos sapos bifuncionales – un ratito con la oposición, otro con el gobierno, siempre en el ecuador del ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario - se escabullen y vuelven a sus madrigueras.

Basta que vuelva a brotar el hervor y el príncipe enano se asome a la avalancha que se le avecina para que nuestros sapos reaparezcan reclamando protagonismo, busquen escenarios y se monten sobre sus gordos cuartos traseros: es hora de croar. Alto y fuerte, para que nomeolvides. De visitar las radioemisoras y croar a coro, de asomarse a los medios – poco importa de cual lado de la acera, que estos sapos son ambidextros. Ni el canal televisivo, que sapos de esta calaña siempre encuentran un corazón gemelo, no importa el momento ni el lugar donde se encuentren.


Cunden de pronto los sapos que encuentran virtudes en los edictos y ucases de la corte parlamentaria de los enanos. Encuentran en los decretos proclamados a altas horas de la madrugada en cámaras secretas y pervertidas “un montón de cosas buenas”. La horca también puede servir para colgar guacharacas, la guillotina para rebanar jamones, los cañones para tumbar padrotes, las cadenas para atar gallinas y las esposas para ordeñar vaquillas. No desconfiemos de la navaja puesta al pescuezo: de pronto los barberos del enano nos ofrecen un servicio de barbería gratis. ¿Quién le tiene miedo al lobo?


Sapos quintacolumnistas los hay en abundancia en tiempos de apremio. Lo vimos en el pasado más remoto, en el pasado más reciente, en el presente inmediato y seguro que los veremos proliferar en el futuro que se nos viene encima. Mientras mayor la avalancha que amenaza con tumbar las estanterías del sistema, mayor será la dotación de sapos medianeros.  Brotan en ambientes húmedos y descompuestos como los hongos venenosos.
Ojo al sapo. Está pillao.


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