Enajó
Escrito por Antonio Barreto Sira | @BarretoSira   
Jueves, 09 de Agosto de 2018 00:00

altHace unos días fui invitado por las autoridades eclesiásticas de Anzoátegui y del país a una grandiosa actividad en el marco del Encuentro Nacional de Jóvenes (Enajó) que fue celebrado aquí en nuestra entidad. 

Aquella mañana del 4 de agosto recibimos la imagen de Nuestra Señora del Valle en la Bahía del Paseo Colón, y allí frente a la Cruz se realizaron algunas actividades culturales frente a miles de jóvenes católicos de toda Venezuela. 

Contamos con la presencia del Nuncio Apostólico, Aldo Giordano, y demás autoridades de la Iglesia Católica. Después de la procesión desde el Paseo Colón hasta el estadio de béisbol Alfonso “Chico” Carrasquel acudimos a una extraordinaria Misa donde más de 14 mil muchachos profesaron su fe y su compromiso de lucha por Venezuela.

Les confieso que me llenó de esperanza ver a tantos jóvenes activos y con fe. Me rebozó el entusiasmo hablar con ellos, ver su genuina devoción y su fortaleza. Aquello me llenó de ánimos. 

Por ellos, por nuestra juventud. Por los jóvenes de hoy y de mañana, quienes tenemos la responsabilidad de guiar tenemos que hacerlo con mayor precisión, atino y compromiso. Debemos legarle un mejor país a esa muchachada que viene cargada de sueños y de ilusiones. 

A veces nos atiborramos de malas noticias. Vemos como miles de jóvenes cada día abandonan Venezuela en busca de las oportunidades que aquí se les niegan. Oímos, como miles de estudiantes universitarios abandonan sus carreras porque no les vale nada graduarse en un país donde ser ingeniero, médico o profesor universitario no tiene el reconocimiento necesario. 

Sin embargo, en Enajó vi a una gigante expresión de fuerza que aún persiste y resiste entre nuestros jóvenes. Vi su fe, su energía y me contagié de ella. 

Así como hay jóvenes que han optado por emigrar, decisión que no puede ser criticable, porque responde a la trágica realidad nacional, también hay otros que insisten en dar la lucha dentro de las fronteras nacionales. A éstos tenemos que apoyarles, con las pocas herramientas con las cuales dispongamos. 

Quiero agradecerle a la Conferencia Episcopal, al señor Obispo, a todos aquellos que me permitieron compartir con esta muchachada enérgica, vigorosa y fuerte. 

De esa actividad salí con fuerzas renovadas, con mayor fe en Dios Todopoderoso, fe en nuestros jóvenes, en nuestro pueblo, Fe en la Sagrada Virgen, para seguir dando la batalla por esa Venezuela que soñamos y que necesitamos con mayor ahínco que nunca. 

Creo fervientemente que la labor por el cambio la tenemos que realizar todos. Recordar aquella frase de San Agustín de Hipona: “Ora como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti”. Tenemos que orar y trabajar, tenemos que confiar en Dios y en nuestras fuerzas de lucha. 

¿Desmayar? Nunca. 

 


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