Venezuela y sus 13 motores… sin baterías
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Jueves, 07 de Abril de 2016 03:21

altVenezuela es, quizá, el único país con 13 motores (metafóricos) para impulsarla…  pero sin baterías para encenderlos.

Hoy lucen devastados los 36 sectores productivos que serían impulsados por los motores propuestos por el Presidente.  El chavismo ha demostrado agilidad en la creación de propaganda, pero es impotente para impactar positivamente en la sociedad.

Cada sector productivo se erosiona de la misma manera: reducción de las divisas para importar; control de precios; campaña de desprestigio en medios de comunicación del régimen; intervención del Estado, que expropia o se inserta en el manejo de la  empresa; corrupción militar (supuestamente comisionados para cuidar la equidad en la distribución de los bienes) y, finalmente, escasez o desaparición del producto.

Es un ciclo que inauguró Chávez y el arco va de la cadena de radio y televisión que anuncia la “recuperación de la empresa capitalista corrupta para entregarla al pueblo” y culmina con el pueblo durmiendo a las puertas de esas empresas para poder adquirir, a precio subsidiado, el escaso bien.

Duncan era una entre varias empresas (Fulgor, Bestia Negra, Titán, Supremo) que ofrecían acumuladores en Venezuela. La compañía, fundada en Caracas en 1955, fue consolidando su operación a lo largo de décadas. En 1960 se traslada a una nueva planta en Guarenas (Miranda) ; en 1975 funda una segunda planta en Cagua (Aragua) y una década después abre su centro de reciclaje en Turmero (Aragua). En 1987 inaugura  el Servicentro Duncan en Caracas y en 1994 empieza a distribuir sus baterías en Bogotá (Colombia). Su caída empezó en el 2013, cuando el Poder Ejecutivo interviene a la empresa, bajo acusaciones de usura (incrementos de 83% en precio de los productos), oferta engañosa (supuestamente importaban desde México baterías de 450 amperios y les colocaban etiquetas de 700 amperios)  y maltrato a los trabajadores.

Mi batería
En el 2013 adquirí una batería Duncan “22MR de 800 amperios” por Bs. 1749. El proceso de compra duró 30 minutos, entre la falla en el encendido de la Sportage, dirigirme a la Duncan ubicada en La Trinidad, desmontar el acumulador dañado, pagar y salir con uno nuevo instalado. Tres años después (tiempo que duró en funcionamiento la batería), el proceso de cambio me tomó dos meses rodando por diversas sedes de la empresa, indagando el proceso de hacer colas y pernoctas a las puertas de los centros de servicio. Finalmente, el pasado lunes me acerqué a las 5:50 de la madrugada a la Duncan, me incorporé a la cola de compradores (fui el número 32) y, a la 1:45PM, pude comprar una batería “22MR de 700 amperios” (“el presidente ordenó vender baterías de menor amperaje”, me comentó el empleado de la empresa) por Bs. 15.100. En el mercado negro el producto se cotiza entre  55.000 y 75.000 bolívares y, por supuesto, sin ningún tipo de garantía.

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Historias acumuladas
El país amanece en cola todos los días. En la calle Los Vegas de la Trinidad se materializaron dos colas; a la izquierda, los profesionales (ingenieros, técnicos, profesores, periodistas, orfebres, jubilados) hacían una para comprar una batería Duncan, sentados en sus autos; mientras , en la otra acera, un ejército de bachaqueros y algunas amas de casa, hacían la suya para comprar comida y enseres del hogar en Plan Suárez.

El país detenido, pero murmurando. Los ciudadanos tratando de sobrevivir a la inflación de tres dígitos pagando con una moneda sin convertibilidad: su tiempo personal.

De un lado a otro de la calle no se disimulaban las miradas de rencor. En la cola de las baterías, una señora  comentó, “mira a esos bachaqueros, comprando productos regulados para luego revenderlos 10 veces más caros, ¡es que los odio! “. Del otro lado, las miradas severas caían sobre los conductores protegidos del sol dentro de sus vehículos sin energía.

A las 8:00 en punto de la mañana pasó un empleado de la Duncan empujando una vieja carretilla equipada con batería para encender los vehículos accidentados y permitirles avanzar en la cola. Unos minutos después, otro empleado verificó que el vehículo estuviera a nombre del conductor y, de no estarlo, este debía mostrar el certificado de traspaso original o la partida de matrimonio si el auto está a nombre de su pareja (me pregunté cómo harían los concubinos y las parejas gays, a quienes ninguna prefectura les emitiría un documento que valide su vínculo)… El empleado entregó un recibo indicando el modelo de la batería que venderían y se retira.

Un señor septuagenario, parcialmente inmovilizado por el Parkinson, debido a que no consigue todas las medicinas que le prescribieron, nos pidió ayuda para ir empujando su auto que se quedó sin batería apenas entró a la larga fila, como el número 39. Luego de discutir con los empleados de la Duncan y pedir permiso a los primeros de la cola, logramos que lo dejaran entrar sobre las 10:00 de la mañana.

Quienes pasaron la noche anterior en la calle (los compradores se quedan desde las 06:30PM, cuando la Duncan publica el listado de los modelos de batería que venderán  al día siguiente), se retiraron con sus baterías antes de las 09:30AM… El resto aguardamos conversando y  conseguimos el acumulador cuando los empleados regresaron de almorzar.


Cuentos de camino...

•    Son frecuentes los robos en las colas, sobre todo a quienes amanecen allí. Eso ha detonado la aparición del “guardador de puestos”, una persona que por 5.000 bolívares duerme allí y espera a la mañana para intercambiarse con el cliente, que debe pagarle en efectivo.


•    La garantía de un año implica que el comprador de la batería queda bloqueado por 10 meses en el sistema, es decir, no puede comprar otra batería en ese lapso. Algunos conductores, luego de varias horas de cola, salieron sin batería ya que la empresa valida su cédula al momento de comprar. Quizá esto podría hacerse  a primera hora de la mañana y evitar este lamentable inconveniente.

•    En Maracay, nos comentó un empleado de la empresa, los malandros bajan a las 5:00 de la mañana y le tocan el vidrio a los adormecidos conductores exigiendo un pago de vacuna por haberles permitido dormir frente a su cerro.

•    En la Duncan no se les vende batería a los propietarios de camiones. Estos deben dirigirse a uno de los dos centros destinados a tal fin, uno en Guatire y otro en Catia. Imaginen las colas allí.

•    Cada vez son más frecuentes los reclamos de personas por fallas en sus baterías. Pero al llegar a la Duncan y levantar el capó del auto, resulta que no son las que compraron allí. Se presume que  algunos parqueros cambian las baterías nuevas por algunas averiadas que guardan en los estacionamientos. Esto ha originado el negocio de crear cajetines de metal con argollas para colocar candado y  proteger a los acumuladores del hurto.

La jornada cerró con humor al preguntarle a un empleado por el cambio de colores en la pintura del local (lo pintaban de gris) y este nos respondió, "ahora es gris con verde y las bragas serán rojas, rojas rojitas". ¡¿En serio?! preguntamos alarmados , y replicó, "no, aún no se apoderan de la empresa, si eso pasara las baterías ya no serían negras sino rojas y con el rostro del difunto riendóse  en alguno de los lados".


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@ivanxcaracas




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