De una versión nada heroica (y de una honrosa suplencia)
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 14 de Marzo de 2016 00:46

altSiendo aconsejable, en días pasados hubo un incremento de las unidades tributarias (UT) a los efectos de la declaración del impuesto sobre la renta (ISLR).

Al finalizar el mes, concluye el período para cumplir debidamente con la responsabilidad ciudadana, aunque no existe la contraprestación – no menos debida – de los servicios que ha de prestar el Estado y, mucho menos, una convincente y sobria rendición de cuentas.

Permitiéndonos una primera digresión, Nicolas Maduro se jacta de un presupuesto público nacional  que tiene por soporte el 90% de nuestros tributos, contrastando con el predominio de la renta petrolera en décadas anteriores. La situación, deseable en otro contexto, enmascara algunas verdades que ni siquiera roza en sus largas conversaciones radiotelevisivas: desde temprana fecha, el régimen ha creado y castigado a la población con diversos tributos; ha multiplicado los fondos excluidos de todo control; ha dilapidado los más elevados ingresos petroleros que Venezuela tuvo en toda su historia, y – faltando poco –  nos ha endeudado dramáticamente.

Lo cierto es que, al cumplir preventiva y rigurosamente con nuestra declaración del ISLR, lo hicimos con las UT vigentes para el momento y, al incrementarse al día siguiente, quedamos injustamente debiéndole al fisco. Por muy favorecidos que quedemos con un  crédito fiscal, siendo complicado enmendar la tarea, sin que nos sobre en modo alguno el dinero, luce inconcebible que la modificación sea implementada en el curso del lapso legal, no adoptando una solución para quienes fuimos diligentes con una tarea que el congestionamiento de las redes tiende a complicar en la vecindad de su vencimiento.

La otra digresión, el ejercicio parlamentario, lejos de constituir una mejoría en términos económicos, evidencia un atraso y no sólo por los bajos salarios que una tan compleja actividad acarrea, recientemente salidos de una dura campaña electoral, o la prohibición expresa de compartirla con otras rentables, sino por el recurrente auxilio, personal y sobrevenido auxilio que muchos ciudadanos afrontan, también convertida la política en una suerte razonable de sociedad de mutuo auxilio. Curioso, en un ya viejo trabajo de Elena Martínez Barahona [“La formación de una nueva clase política en Venezuela”, en: “La transición venezolana. Aproximación al fenómeno Chávez”, CIPC, Mérida, 2002: 146], el 41,3% de los diputados del otrora Movimiento V República (MVR), independientemente del estrato económico de procedencia, consideraban su sueldo como muy superior o algo superior concluyendo, “por tanto, (que) sus ingresos han aumentado a la hora de su incorporación a la política y consecuentemente un alto porcentaje (de la muestra) lo considera suficiente o más que suficiente”.

No pretendemos una versión heroica del grueso de los parlamentarios opositores actuales, aunque – salvando las distancias del caso – el oficio se parece mucho al apostolado de los docentes en nuestro país:  hay una vocación de servicio, con todas sus imperfecciones. Y, además, disculpen la inelegancia del alegato, esos parlamentarios estamos directamente expuestos a todos los abusos del poder establecido.

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 SUPLENCIA QUE HONRA

Agradecemos los correos electrónicos recibidos, sintiendo que no basta una respuesta directa, personalizada o aislada, por numerosos. Remitentes que se sorprenden por una suplencia parlamentaria que, debemos acentuarlo, también honra en el marco de la reciente derrota electoral de un gobierno de excedida arrogancia, el hecho más importante y significativo – en última instancia – para transitar los retos de la recuperación plena de la democracia.

Pocos saben y quizá no tienen por qué saberlo, que las candidaturas de la oposición mayoritariamente pasaron por las negociaciones y el consenso, aunque lo deseable eran las primarias, como regla y no excepción. Además de la inevitable concertación, hubo la tardía y apresurada imposición del género, creyendo el oficialismo sorprender a sus adversarios.

Nos correspondió asumir la suplencia en el circuito 2 del estado Aragua, teniendo por principal a Melva Paredes, una valiosa, trabajadora y corajuda dirigente de Un Nuevo Tiempo (UNT) de la que el país no tardará en conocer, reafirmando el acierto de la selección. Y nuestra condición, lejos de debilitar la labor, adquiere un refuerzo extraordinario con ella, con quien – por cierto – no ha habido problema alguno para las incorporaciones oportunas y la labor realizada en las comisiones de trabajo.

La suplencia no ha impedido nuestro desempeño, prosiguiendo nuestra línea de acción, y – cuando es necesario, como ocurre con frecuencia – nos incorporamos a las sesiones plenarias de la Asamblea Nacional, además, interviniendo siempre oportunamente, pues el hemiciclo no es sitio de recreación.  Obviamente, incursionamos en la Comisión Permanente de Energía y Petróleo, la de nuestra adscripción, algo que no impide – como particularmente hacemos – activar en la de Política Exterior o Cultura, por los temas específicos que nos ocupan (por lo pronto, la defensa del Esequibo o el patrimonio histórico urbano).

No deja de sorprender el seguimiento a nuestra modesta trayectoria parlamentaria, por supuesto, agradecidos, y, si bien es cierto que culminamos el período legislativo pasado con una principalía de dificilísimo ejercicio, dada la correlación de fuerzas que predominaba, puede decirse, no menos lo es que la bancada opositora cuenta con 224 diputados principales y suplentes, decididos al trabajo. Evidentemente, por el testimonio de valor y criterio que dejaron, extrañamos a quienes no fueron reelegidos, por circunstancias diversas, como María Corina Machado, Vestalia Sampedro, José Manuel González, Eduardo Gómez Sigala, Bernardo Guerra, Miguel Angel Rodríguez,  Arcadio Montiel,  César Rincones, Abelardo Díaz, Hermes García, entre otros firmes diputados, numerosos de mencionar, que contribuyeron a la derrota de un gobierno exasperado.



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