Un giro radical en la campaña de bombardeo sobre la Europa ocupada
Escrito por Carlos Balladares C. | X: @Profeballa   
Jueves, 31 de Marzo de 2022 00:00

altLos nazis entraron en esta guerra bajo la ilusión bastante infantil de que iban a bombardear a todos los demás,

y nadie los bombardearía a ellos. En Rotterdam, Londres, Varsovia y medio centenar de lugares más, pusieron en práctica su teoría bastante ingenua. Sembraron el viento y ahora van a cosechar el torbellino. Colonia, Lubeck y Rostock son solo el comienzo 

Arthur Harris, Comandante en Jefe del Comando de Bombarderos de La Royal Air Force, junio, 1942.

La anterior frase la dijo el nuevo Jefe del Mando de Bombarderos británicos después de la llamada “Operación Millenium”, en la que más de mil bombarderos destruyeron una parte importante de la ciudad alemana de Colonia dejando 45 mil habitantes sin casa, la noche del 30 al 31 de mayo de 1942. Asumió la frase bíblica del libro de Oseas (8, 7): “Porque sembraron viento: torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciera, extraños la comerán”; cómo una expresión de lo que le esperaba al Tercer Reich por haber iniciado la Segunda Guerra Mundial (SGM). La Royal Air Force (RAF), después de dos años de experiencia con pocos resultados alentadores, comenzaba - ¡por fin! - a contar con los medios aéreos (mayor número de bombarderos, en especial los cuatrimotores capaces de llevar más de siete mil toneladas de bombas), tecnológicos (el sistema de radioayuda de navegación GEE para ubicar objetivos en la noche, entre otros) y la aceptación definitiva de destruir la moral del enemigo como la prioridad en la ofensiva aérea. 

El 14 de febrero de 1942 el Ministerio del Aire del gobierno del Reino Unido estableció una nueva Directiva para el Mando de Bombardeo de la RAF: iniciar  la ofensiva sobre 14 ciudades alemanas, “centrando los ataques en la moral de la población civil enemiga y en particular la de los trabajadores industriales”, es lo que se conoce como el “bombardeo de área o zona”. El 30 de marzo siguiente, el consejero científico del gobierno: Lord Cherwell (Frederick Alexander Lindemann), le envía al Primer Ministro un informe que será conocido como “Dehousing paper”. Se basaba en el análisis de los resultados del Blitz (bombardeo alemán sobre las ciudades de Gran Bretaña), comprobando que por cada tonelada de bombas quedaban sin hogar entre 100 y 200 personas. De modo que si cada avión de la RAF en su vida útil podía lanzar 40 toneladas, dejaría entre cuatro y ocho mil obreros alemanes sin casa, y a ese ritmo con la producción actual de bombarderos se podía lograr que para finales de 1943 un tercio de la población del Tercer Reich estaría en la calle y su espíritu de lucha (de trabajo en las fábricas) se quebraría. A partir de dicho informe el gabinete le dio prioridad a esta campaña. 

El otro gran cambio fue el liderazgo, cuando el 22 de febrero asumía como nuevo comandante en jefe del Mando de Bombardeo el futuro mariscal del Aire: Arthur T. Harris, mejor conocido por la prensa como “Bomber Harris” o por los miembros de la RAF como “Butcher Harris” (carnicero). La frase inicial de nuestro artículo expresa su personalidad decidida, decidida a llevar a cabo lo que muchos consideraban el único medio para lograr que se cumpliera con la condición estratégica de dicha unidad de la RAF. La experiencia previa, junto a todos los informes sobre la eficacia de esta arma (en especial el “informe Butt”, que tratamos en nuestro anterior artículo sobre el tema publicado en esta columna la primera semana de octubre del 2021) confirmaban que solo un avión de cada cinco lanzaba sus bombas en un radio de cinco millas de su objetivo. De modo que intentar paralizar la industria nazi era una tarea extremadamente difícil, en cambio sí era posible el bombardeo de zona. Las implicaciones éticas (humanitarias) son evidentes, y hoy en día siguen produciendo una gran polémica. En 1992 se erigió una estatua al mariscal Harris en Londres (The Strand, Westminster) y a los pocos meses fue pintada de rojo con la palabra “shame”, desde ese entonces se ha discutido su remoción pero los descendientes de los 55 mil pilotos de la RAF que perdieron la vida en la Campaña de Bombardeo lo han impedido. 

En marzo el comandante Harris empezó a experimentar con nuevas tácticas (saturación, bombardeo incendiario, etc.) y el uso del GEE. Los pilotos más diestros (después llamados Pathfinders) liderizaban la formación y marcaban el objetivo con bombas incendiarias, y los siguiente al ver la ciudad por los llamas procedían a lanzar su carga explosiva. Primero se atacó la fábrica Renault en la Francia ocupada (3 de marzo), los días siguientes la ciudad industrial alemana de Essen y el más importante fue el puerto de Lübeck el 28 de marzo. En este último se logró la destrucción del 30 % de la ciudad, incluyendo el 80% de su centro histórico, y 25000 personas se quedaron sin hogar. El impacto en los líderes tanto aliados como enemigos fue importante, el mejor ejemplo: el ministro de propaganda nazi: Joseph Goebbels, consideró que de repetirse ataques similares se generaría un daño moral catastrófico en la población. En abril, ante el aumento de la confianza, se intentó un bombardeo de día pero se perdieron siete aviones y de esa forma se confirmó el mantener la política de protegerse con la noche. La Luftwaffe respondería a todos estos ataques con acciones de retaliación en ciudades británicas. 

En mayo llegaba el primer contingente de la Octava Fuerza Aérea de los Estados Unidos pero su primer bombardeo será combinado con la RAF en julio y en agosto en solitario, para ese momento esperamos dedicarle un artículo a su aporte y el desarrollo general de la Campaña de Bombardeo en el resto del año 42. Sin olvidar la importante respuesta alemana en la defensa de su territorio y la Europa ocupada. La semana que viene retomamos el Frente del Pacífico y Asia pero a lo interno de los Estados Unidos, cuando se inicia el confinamiento de sus ciudadanos de origen japonés. 

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