La independencia de Venezuela según Pino Iturrieta
Escrito por Dr. Ángel R. Lombardi G. | X: @lombardiboscan   
Viernes, 04 de Mayo de 2018 00:01

altReleer es muy provechoso porque las primeras impresiones se reafirman o cambian.

Elías Pino Iturrieta (1944) es hoy por hoy uno de nuestros historiadores vivos fundamentales. Su obra alrededor de una historia de las ideas y mentalidades nos permite una interpretación amplia y precisa sobre el trascendental paso de colonia a república. Aborda “su historia” sobre la Independencia a través de dos libros esenciales como lo son: “Nada sino un hombre” (2007) y “La independencia a palos” (2011). Pino Iturrieta, con agudeza y valentía, termina ejerciendo las labores de un revisionista sobre nuestro pasado alrededor de la fecha fundacional de Venezuela como nación: nuestra Independencia (1810-1830). 

Lo llamativo de ambos textos es que establece un dialogo hermenéutico entre los actores históricos de la época y su propia condición de historiador y ciudadano en el presente. Y en éste sentido es severo y muy crítico en contra de una historia adocenada que ha suplantado el pasado real por otro alternativo de carácter mitológico. Para Pino Iturrieta la Independencia fue un fiasco de acuerdo a los propósitos originales de sus instigadores, los blancos criollos, quienes se lanzaron al vacío creyendo que iban a “cambiar” para no cambiar nada luego del abandono metropolitano en 1808. Y que la ruptura con la Metrópoli fue obtenida no por los defensores de una causa por la libertad metafísica sino por los “colosos” como Bolívar, Páez, Mariño y José Tadeo Monagas a un precio en vidas humanas y devastación material del país sin precedentes. 

Lo que se nos ha hecho creer como el enfrentamiento entre dos ejércitos, uno patriota y bueno; y otro extranjero y malo, no es más que una elaboración ideológica de quienes vencieron en la contienda y procuraron capitalizar la victoria militar para emprender un proyecto republicano solo de intenciones, que hasta el presente, sigue dando tumbos. 

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Pino Iturrieta, no duda en interpelar a Bolívar, la figura histórica señera de ese momento y lo define como un fiel representante de los “Padres de Familia”, es decir, un aristócrata y latifundista, además de poseedor de esclavos, cuya actuación histórica estuvo más motivada por hacer prevalecer el proyecto de la elite social de dónde provenía que de algún programa popular o ilustrado. Bolívar, de acuerdo a Pino Iturrieta, siempre aspiró a una jefatura sin contrapesos ni “embarazos”. A un liderazgo basado “no en el que quiere”, sino en el que “más puede”. Circunstancia ésta que tuvo que poner en práctica en dos momentos decisivos dentro de la brutal lucha por asumir la jefatura superior de la guerra contra los partidarios del rey. Bolívar, tuvo tantos o más acérrimos adversarios y enemigos en sus propias filas que cuando le tocó rivalizar contra Monteverde, Boves, Morillo y La Torre. 

En 1813, el Decreto de Guerra a Muerte fue el resultado de las críticas que realizó Bolívar a una Primera Republica blandengue, apostando por el recrudecimiento de la guerra hasta convertirla en exterminio incivilizado. ¿Por qué lo hace? Porque se quiere presentar como el más fiero de todos sus copartidarios y no cree en una salida pactada sino en otra radical y extremista. Luego en 1817, no permite que Piar, el libertador de Angostura luego de triunfar en la decisiva Batalla de San Félix,  le haga sombra y decidió fusilarlo. El que seguía era Mariño, y también, ¿Por qué no? el mismo Páez. Bolívar tenía una psicopatología alrededor del poder único y una enfermedad irremediable en pos de la gloria.   

Todo el voluntarismo de Bolívar por establecer la hegemonía militar a través de su persona terminó fracasando. Aunque inesperadamente tuvo un continuador brutal en José Antonio Páez, el verdadero padre de la nación venezolana cuando atentó contra el proyecto de la Gran Colombia a partir del año 1826 proponiendo el secesionismo. La rivalidad Páez vs Bolívar fue tan acérrima como la que existió entre Santander vs Bolívar. Todo esto nos lleva a una conclusión que Pino Iturrieta no deja de profundizar en sus muy lucidos escritos: la independencia venezolana gestó el nefasto fenómeno sociológico del personalismo y su derivado militarista. Y ésta historia de errores nos sigue pasando factura hasta los días presentes. 

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