“Doble crimen”: Linda Loaiza López ante los embates del horror
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Domingo, 21 de Marzo de 2021 17:04

altImagina una secuencia en un filme de suspenso que empieza por el rescate de una jovencita de 19 años violentada hasta desfigurarla, con hematomas

graves en el abdomen, señales evidentes de desnutrición e imposibilitada de hablar por las lesiones en su mandíbula y labio inferior. Loa (diminutivo de su segundo nombre, Loaiza), aparece en la pantalla mientras un grupo de bomberos y policías la sacan del apartamento 2A de las residencias 27, ubicada en El Rosal, Caracas. Son las 08:00 de la noche del 19 de julio de 2001, cuando la ambulancia parte desde esa exclusiva zona del Este caraqueño rumbo al Hospital Clínico Universitario, localizado a 8.3 kilómetros. La cámara se mueve hacia el chofer de la ambulancia, quién está a punto de encender las sirenas para avanzar con agilidad en medio del aún pesado tráfico caraqueño (estamos en el 2001), pero una mujer rubia, Capaya Rodríguez, Fiscal 33, le indica que no hace falta prenderlas… “Y la orden se cumplió. Transitaron por el tráfico caraqueño en una ambulancia sin sirenas con una paciente moribunda”… La joven ingresa a emergencia, los dolores son insoportables, pero alcanza a preguntarle la hora al médico que la recibió: 

 

—   “Doctor, ¿qué hora es? ¿qué día es hoy?

—   “A ver. Son exactamente las 3:35 de la mañana. Hoy es 20 de julio”.

 

¿Logras captar el horror? Linda Loaiza López es rescatada moribunda y luego de pedir auxilio por una ventana del apartamento, a las 04:00PM, pero la ambulancia no arrancó hasta las 8:00 de la noche y arribó al centro hospitalario, ubicado a sólo 8.3 kms., 7 horas después. Este fue el primero de los muchos atentados del Poder Judicial venezolano contra una sobreviviente de tortura y esclavitud sexual por el llamado “Monstruo de Los Palos Grandes”, Luis Carrera Almoina, hijo del rector (y cómplice de sus andanzas, según narran Loaiza y Kislinger) de la Universidad Nacional Abierta (UNA), Gustavo Luis Carrera Damas, hermano de un ex presidente del partido comunista y de un famoso historiador.

 

Doble Crimen

“Doble crimen. Tortura, esclavitud sexual e impunidad” es un libro escrito por Linda Loaiza y Luisa Kislinger, donde relatan, en detalle, el secuestro y tortura sufridos durante más de 4 meses por la hoy abogada y defensora de Derechos Humanos. El libro de 207 páginas acaba de ser lanzado por Editorial Dahbar y está llamado a convertirse en un documento clave para observar, desde adentro, el desmoronamiento del Poder Judicial en Venezuela.

¿Por qué doble crimen? El aberrado Luis Carrera Almoina; su padre, el rector de la UNA; la Fiscal 33, los más de 97 jueces que evadieron el caso y el resto del Poder Judicial actuaron como victimizadores y revictimizadores de la joven merideña y su familia. Otros tantos actuaron como cómplices del delincuente, con numerosas víctimas previas: la gerencia del Hotel Aventura en San Bernardino (donde fue torturada, violada, lacerada durante varios días) y muchos habitantes de Petare, un pequeño pueblo del Municipio Bolívar, localizado a orillas del golfo de Cariaco, donde fue retenida, golpeada, violada y sometida a indescriptibles torturas durante tres semanas…   Pasadas dos décadas, el caso aún late en los tribunales; mientras que Venezuela fue sentenciada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos “por no haber prevenido los hechos mientras ocurrían y por no haberlos investigado con debida diligencia tras la liberación de Linda. Califica además por primera vez de esclavitud sexual y de tortura la violencia cometida contra una mujer por un particular”, comenta la Dra. Daniela Kravetz en el prólogo de la obra.

 

Tucaní – El infierno

Linda Loaiza López era un joven bachiller especializada en agricultura y ganadería, que soñaba estudiar medicina veterinaria en la universidad Central de Venezuela. Para alcanzar ese meta se vino a Caracas junto a su hermana, Ada, para recoger su título y empezar a gestionar el cupo en la UCV, sede Maracay… Pero esos sueños cambiaron para ella, su hermana y su familia, una vez que, a punta de pistola, el drogadicto y delincuente Luis Carrera-Damas Almoina, la hizo abordar su Jeep Cherokee en las inmediaciones de la Avenida Panteón, donde residían las hermanas López Soto. 

El secuestro, violación y tortura continua fue el inicio de un tour de horror dentro de las entrañas de un país que empezaba a desmoronarse bajo la bota militar chavista, con instituciones implosionando y los valores morales fundiéndose con los del régimen. El súper poder de Carrera Almoina era mencionar que su padre era “Rector”, y es que no olvidemos que bajo el chavismo muchos rectores devinieron en monstruos violadores y asesinos (¿Acaso olvidaron a Edmundo Chirinos?). 

En el terrible caso de Linda Loaiza, el papá de su torturador le recomendaba al hijo las cremas para desinflamar el rostro de la jovencita e incluso le instruyó sobre cómo extraer con una inyectadora la sangre acumulada en las inflamaciones internas en los oídos. Me quedo corto, muy corto, con las descripciones. Aunque me leí el libro en una sentada, tuve que detenerme. Contarle algunos horrores a mi pareja, no podía cargarlos yo solo. Fuí a Google. Busqué las fotos de los cómplices, indagué sobre su paradero, la Fiscal premiada con embajadas; uno de los jueces, Ángel Zerpa Aponte,  pasó a formar parte del TSJ en el exilio opositor, pero lo detuvo el régimen, que hasta ahora ha castigado sin piedad a sus cómplices que intentan redimirse. Hasta la jueza Afiuni (luego presa política y víctima del régimen) le negó justicia a la familia López Sojo (pues no sólo a Linda le intentaron arrebatar el futuro, sino a su papá, mamá y 10 hermanos). 

 

Séneca: “Nada se parece tanto a la injustica como la justicia tardía”

El juicio contra Luis Carrera Almoina empezó luego de tres años y tres meses de espera. Linda llevaba más de 9 cirugías en hospitales públicos. Recién operada del páncreas se sometió a una huelga de hambre cerca del TSL exigiendo el inicio del juicio. Su abogado, enfrentó todo tipo de arbitrariedades, amenazas, intentos de soborno. Linda fue acusada de prostituta en una red que supuestamente dirigía su padre, acusado, con xenofobia, por su origen colombiano. Hasta un médico gineco-obstetra, Sinuhe Rubén Villalobos, enfatizó Su familia tuvo que vender sus pocas reces para financiar los gastos médicos y legales. Sus hermanos menores vivieron solos en la finca, perdieron años de estudio. Pero Linda y su familia nos dan a todos una lección de integridad moral, de resiliencia y de confianza en sí mismas. Las hermanas estudiaron derecho, realizaron diversos trabajos para pagar sus estudios y financiar el viaje para elevar la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y, finalmente, conseguir justicia, con valor simbólico (el régimen madurista nunca acató la sentencia ni reparó las pérdidas de la víctima), pero invaluable para las mujeres venezolanas y latinoamericanas víctimas de la violencia de género y la trata sexual.

alt


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com