Control de precios y carnet de la patria: inflacionario e ineficiente
Escrito por Enrique González Porras | X: @enriquergp   
Jueves, 26 de Enero de 2017 00:00

altMucho se ha debatido en el país sobre la inflación e incuestionable resulta que para consumidores y empresas este mal público los lesiona

y les complica su toma de decisiones.

Todos coincidiremos que la inflación a los niveles en el país, que asciende a 800% durante el 2016, debe ser corregida, valorando igualmente no empeorar la situación de recesión, informalidad, subempleo y desempleo oculto –toda vez que Venezuela curiosamente es uno de los pocos países que aún cuando atraviesa una de las recesiones más profundas no sólo de su historia sino acumulada, que supera a la de la crisis de los 30s en USA alrededor de 25%-  las estadísticas oficiales muestran uno de los niveles más bajos históricamente alrededor de 6%. Tampoco parece razonable acciones públicas de choque que hagan colapsar a nuestro sistema de pago, ya tremendamente lesionado por el envilecimiento del signo monetario y la pérdida de funcionalidad del antiguo cono monetario.

El tema que nos ocupa es si los controles de precios resultan anti-Inflacionarios o paradójica y contrariamente a como se nos pretenden vender esta acción pública, incrementa los niveles de precios en los mercados, entre otras distorsiones colaterales.

Supongamos un mercado de arrendamiento de viviendas en el cual aún cuando existiría un precio del mercado que lo vacía, igualando oferta y demanda, un Gobierno impone un control de precios de los alquileres a niveles inferiores al precio de mercado.

Esta acción pública genera automáticamente y exclusivamente producto de la regulación y el control del arrendamiento, una brecha entre la demanda y la oferta, donde la primera supera con creces a la segunda. En este sentido, el control de precios constituye uno de los determinantes del desabastecimiento y la escasez, toda vez que sustituye al sistema de precios del mercado.

En nuestro ejemplo, una acción pública-regulatoría materializada a través de un control de arrendamientos que disminuye el nivel de precios de mercado, P2 al nivel regulado P1, genera una disminución de la oferta de X2 a X1, mientras aumenta el nivel de la demanda de X2 a X3. Lo anterior implica una brecha entre demanda y oferta igual a X3 menos X1 (X3 – X1).

Aunado al efecto anterior debe destacarse dos dimensiones negativas de control de precios o del arrendamiento relacionadas con el efecto desabastecimiento producido por la regulación. La primera es la pérdida de peso muerto o el costo social de la regulación materializado en destrucción de bienestar social (tanto excedente del consumidor como beneficio de las empresas) equivalente al área dentro del triángulo formado por los vértices A-B-C. El segundo efecto radica en que el precio tenderá a aumentar única y exclusivamente producto del control de precios. Una vez la oferta del producto se contrae hasta X1, será la demanda o los demandantes hasta el punto X1 que poseen los mayores niveles de disponibilidad de pago los que formarán parte del sistema de racionamiento de la mermada oferta –los mercados negros o paralelos- y resultarán los formadores de precios. De hecho el precio que vacía la oferta y la demanda posteriormente al control de precios y producto del mecanismo endógeno de racionamiento que se genera –como sería el mercado negro, paralelo o bachaqueo- es el P3 muy superior al precio de mercado.

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Vale destacar que ningún mecanismo de racionamiento, llámese CLAPs o el Carnet de la Patria, podrá restituir el bienestar social destruido o recuperar la pérdida de peso muerto producto del control de precios. En este sentido, ningún mecanismo redistributivo complementario de los controles de precios podrá mejorar el bienestar social lesionado producto del control.

Lo que se perfeccionaría por medio de estos mecanismos complementarios de racionamiento ante la escasez es redistribuir pobreza y desabastecimiento.

 

 


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