Murakami: “La muerte del comendador” o las Ideas que alteran la realidad
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Miércoles, 16 de Enero de 2019 00:00

alt“Killing commendatore, a novel” fue el título en inglés para la última novela de Haruki Murakami, publicada por Alfred A. Knopf a finales de 2018 .

Esa edición agrupa las dos partes de la obra, lanzada en Japón en dos volúmenes entre 2017 y 2018: "Kishidancho-goroshi dai-ichi-bu arawareru idea hen"  y "Kishidancho-goroshi dai-ni-bu utsurou metafua hen". En castellano, Tusquets respetó el criterio japonés y lanzó en noviembre “La muerte del comendador. Libro 1” (480 páginas) y se espera el Libro 2 para el primer semestre de 2019.

Murakami mantiene su fórmula. Ficción psicológica de personajes solitarios e incómodos en sus existencias, que son sobrecogidos por experiencias anormales. El japonés desliza capas surreales que el lector debe organizar, con sentido lúdico, mientras atraviesa la obra. 

En “Killing commendatore” (leí la edición en inglés para evadir la espera de la llegada de la segunda Parte en castellano) un pintor-narrador con relativo éxito entre la gente que paga para que la retraten (empresarios, profesionales exitosos, políticos) es expulsado de su casa en Tokio por su esposa, Yuzu, quien le confiesa que anda en amoríos desde hace algún tiempo. El pintor-narrador emprende un viaje  en su destartalado Peugeot 205 por el interior de Japón. Allí tiene encuentros al borde de lo onírico con personajes comunes. Él va huyendo de su vida pasada, no sólo del rompimiento. 

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Pintor-narrador: 

"Dibujar a alguien significa entender e interpretar a otra persona. No con palabras, sino con líneas, formas y colores".

"Para pintar un retrato vibrante se necesita la habilidad de descubrir lo que está en el centro de la cara de la persona. Una cara es como leer la palma de una mano. Más que los rasgos con los que naces, un rostro se forma gradualmente con el paso del tiempo, a través de todas las experiencias por las que pasa una persona, y no hay dos rostros iguales"

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Pasados unos días contacta a Masahiko Amada, un compañero de estudios en la academia, quien le ofrece se mude, mientras se estabiliza, a la casa de su padre en una colina de Odawara. Tomohiko Amada, el padre, es un famoso pintor japonés que vive sus últimos momentos en un lujoso sanatorio . El pintor-narrador se compra una vieja camioneta ranchera Corolla  y se muda a la colina, con la intención de mantenerse dando clases de pintura e intentar encontrar su propio estilo, ya que está saturado de retratar a personas sólo para pagar la renta y las facturas.

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"Puedes tener todo el deseo y el dolor dentro de ti, pero lo que realmente necesitas es un punto de partida concreto."

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En esa solitaria colina, comparte su vida con un búho que habita en el ático de la casa y sale a cazar en las noches a través de una pequeña rendija… Este equilibrio se altera cuando el pintor-narrador descubre un cuadro oculto, y muy bien envuelto, que Tomohiko Amada tituló “Killing commendatore”. La pintura recrea el asesinato del comendador en la opera “Don Giovanni” de Mozart. La obra rompe con el estilo conocido de Amada (ambienta un evento que le ocurrió a él durante su estancia en Alemania, pero representado en una escena del antiguo período Asuka)  y, presume el pintor-narrador, es desconocida tanto por el hijo como por la crítica. El pintor-narrador decide no contar nada de esta, y disfrutarla un tiempo.

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Comendador: "Hay muchas cosas en la historia que es mejor dejar en las sombras. El conocimiento preciso no mejora la vida de las personas. Lo objetivo no necesariamente sobrepasa lo subjetivo, sabes. La realidad no necesariamente extingue la fantasía.

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“Killing commendatore” está compuesta por 64 capítulos, con títulos que provienen de frases pronunciadas por alguno de los personajes. El cuadro de Amada se convierte en una suerte de portal paranormal del cual emergen Ideas y Metáforas que habitan en un mundo subterráneo (¿del pintor convencional? Podrías preguntarte). El pintor-narrador, junto a Menshiki, el personaje más interesante de la novela, deciden excavar en un santuario cercano a la casa, en el cual se escucha, en las madrugadas, el sonido de una campanilla.

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Menshiki: "Cuánta soledad puede causar  a veces la verdad"

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No voy a contar detalles de la obra, pero es necesario conocer que Menshiki contrata al Pintor-Narrador para que lo retrate, pero le otorga libertad absoluta y, para que no lo rechace, le paga una pequeña fortuna por la futura obra. Menshiki reside en una lujosa mansión en una montaña cercana, es guapo, se viste con ropa de diseño y vive de la fortuna que recibió al vender su corporación informática. Atesora autos de colección, incluyendo un Jaguar XK-E y, muy importante, es perseverante, no da un paso sin calcular las ramificaciones hacia su meta final. Menshiki No es egoísta, es calculador, y es su fría movilidad por el mundo la que dinamiza la existencia del pintor-narrador, un personaje convencional atravesado por una fijación por los senos de las mujeres, de tal magnitud, que sus recuerdos de Komi,  su hermanita muerta a los 12 años, viene con la nostalgia por el fallido crecimiento de sus tetas y, no pocas veces, discute sobre el tamaño de sus senos y pezones con Mariye, una niña de 13 años que empieza a retratar a partir de un misterioso encargo. Es más, con Mariye habla de cómo se sentía él con el tamaño de su pene cuando tenía su edad. Y, para forzar más su obsesión, según el pintor-narrador, aun en situaciones de estrés y peligro, Mariye “…había inspeccionado su pecho desde varios ángulos, y lo había tocado con sus manos. Parecía haber dos protuberancias suaves que no habían estado allí antes. Sus pezones aún eran pequeños (muy lejos de los de su tía, que parecían huesos de aceituna), pero había un indicio de que podrían estar a punto de brotar".

En la novela hay, al menos, 32 párrafos desarrollados a partir de comentarios sobre senos y, no menos de 15 con las descripciones que el pintor-narrador hace de su pene, que incluso lo mistifica y otorga poderes trans-oníricos en algún pasaje. Esta desbordada sexualidad  en clave "Lolita" causó que en Hong-Kong “Killing commendatore” sea considerada como producto Clase II,  “indecente”, y sólo puede ser exhibida en la sección de libros para adultos.

La densidad de "Killing commendatore" transforma en otro chiste de censura el pretender agotar su lectura en la fijación sexual del pintor-narrador, es imponerle una pesada muralla a la imaginación no sólo de Murakami, sino de nosotros, los curiosos lectores, que tenemos que superar nuestros prejuicios y obsesiones compartidas para avanzar, junto al pintor-narrador, hacia el conocimiento de las causas que explican lo que ya sabemos desde el inicio. ¡Ah! Ese es otro detalle, Murakami te muestra su juego desde el primer párrafo, pero luego te reta a descifrar el mecanismo y recuperar tu amuleto a través de  64 sinuosos capítulos.

Hay algo que debo acotar sobre la pulsión femenina que recorre las novelas de Haruki Murakami. Las mujeres que lo leen, y se conectan con él, ingresan a una suerte de Club de supra-normalidad que las hace, a mí parecer, personajes verosímiles en cualquiera de sus libros. Recuerdo a 18, quién me introdujo, en el 2007, en el universo de Murakami, al prestarme “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”. Ella vivía, en esos días, en realidades alternas que manejaba, no sin misterio, como cartas en una partida de póquer. Luego está  Adriana, que me obsequió “Hombres sin mujeres” con un post-it que señalaba el relato que tenía que leer, que luego devino en el mapa marcó nuestros últimos encuentros. Y cierro con Mía, mi sobrina, quien se reescribe, en su universo millennial, desde las obras del autor.

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Un abordaje curvado de “Killing commendatore” es el de seguir los autos que el pintor-narrador nos presenta como una extensión de la gente que lo rodea. Resulta curioso que, en algún momento, no sólo conocemos la personalidad de estas personas, sino qué tan ruidosos son los motores de sus vehículos y, aventuro, cómo reflejan el carácter de sus dueños: Peugeot 205 (Pintor-narrador), Toyota Station Wagon (Pintor-narrador), Jaguar XK-E o X6 (Menshiki), Toyota Prius (Shoko), un viejo Volvo negro (Masahiko), Mini Cooper rojo (amante) o Subaru Forester blanca (Hombre misterioso). 

En balance, “Killing commendatore” es otra grieta en la realidad que nos circunda. Se podría decir que es una historia “offline”, donde lo digital es reemplazado, a pulso, por lo surreal. Murakami nos tiene acostumbrados a no liberarnos indiferentes de sus novelas. Nos cambia. Así que sólo lo recomiendo a lectores que estén dispuestos a dejarse modificar y, por qué no, a que le muevan de lugar esos objetos que amueblan su mente y, no sin error, pueda creer que conforman su propio “yo”.

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Menshiki: "... a veces en la vida no podemos entender el límite entre la realidad y la irrealidad. Ese límite siempre parece estar cambiando. Como si la frontera entre países cambiara de un día para otro dependiendo de su estado de ánimo. Tenemos que prestar mucha atención a ese movimiento, de lo contrario no sabremos de qué lado estamos".

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|*|: Traducciones libres a partir de la edición en inglés de Alfred A. Knopf .

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