Desde las claves sensibles de tu pensamiento
Escrito por Dr. Abraham Gómez | X: @fabrahamgr   
Lunes, 16 de Octubre de 2017 00:48

altSiendo ahora la tolerancia un asunto de escasísimo uso; y la discusión a través del disenso fértil una extravagancia:

precisamente, las dos mayores virtudes que cultivó Rigoberto a lo largo de su existencia.

 Admitía con respeto las opiniones que provenían en sentido contrario, al tiempo que procuraba pesquisar una arista provechosa de cada palabra antagónica proferida, para hacer brotar después, desde su proverbial iluminada intuición una síntesis superadora de ideas; y así entonces, cada quien resultaba satisfecho.  Tenía una grácil y elegante manera de “construir en caliente”, pensar sobre la marcha elementos metonímicos para reforzar lo que deseaba decir.

Habiéndonos conseguido siempre en parcelas ideológicas distantes disfrutábamos inmensamente con la sana confrontación (para muchos, dialéctica tal vez) que las adversidades en sí mismas provocan. Ciertamente, él había sido un digno problematizador. Que nos incitaba al debate; que impulsaba al diálogo escrutador; que hacía de los espacios académicos su ambiente de regusto, sin llegar jamás a la domesticación.

Cuánto orgullo haber disfrutado de su sincera amistad: creada, cultivada y proyectada en base a los constantes intercambios de opiniones abarcativas de las distintas parcelas de la realidad.

Rigoberto poseía, como docente nuestro del doctorado en ciencias sociales de la UCV, y como impulsor de los seminarios del CIPOST donde participamos, la cualidad de no dejarse encallejonar ni adocenar en corrientes de pensamientos inconsistentes.

En una conferencia en Tucupita, dictada para cursantes de posgrado, no tuvo recato en exponer, en torno al tópico anteriormente citado que la vía que consideraba más expedita para constituir la Universidad para el presente tramo civilizatorio, en  tiempos de incertidumbres, era mediante el caos:

“considero que sólo caóticamente se puede transformar a la universidad; es decir por irrupción, por movimientos inesperados…Por el aleteo de una mariposa que provoque un huracán, es decir por el planteamiento de ideas como las que se están presentando en este foro que pueden generar los cambios que revuelvan a la universidad”.

Porque le confería a la Universidad un carácter de sistema sensible, extraordinariamente dinámico, Rigoberto abrigó, hasta sus últimos días, la aspiración a la Universidad transformada caóticamente.

En la medida en que uno va leyendo y releyendo a Rigoberto, se le van construyendo nuevas imágenes, renacen derivas de  ideas, desafíos para estructurar -por la vía del libre albedrío- categorías para intentar elucidar lo que había quedado a un costado del camino. Rigoberto se atrincheró de un pensamiento apropiado para la resistencia intelectual, en estos tiempos de descalabros de pisos sólidos y valores inaugurados por el proyecto de la Modernidad ilustrada.

Rigoberto nos recordó como anécdota lo que siempre señalaba Carlos Fuentes hace ya algunos años, de que si acaso emergía filosofía en América Latina no sería precisamente a partir de los filósofos sino por voluntad de los literatos.

Aún escuchamos la constante prédica de Rigoberto ante las hipocresías (“babosadas”, las llamaba) de quienes pretendían hacer saber que lo estaban cambiando todo…

“Es preferible la restauración de un viejo pensamiento fundado en nuevo modo de pensar que la fantasía de los nuevos Pensamientos que ocultan la misma vieja manera de pensar”

Eternamente orgullosos de ti, Rigoberto: Maestro y Amigo.

Rigoberto nos enseñó a dudar  hasta de lo que  nos enseñaba.


 Extracto de mi ponencia homenaje al epistemólogo venezolano Rigoberto Lanz. Trabajo publicado en el libro “Miradas Múltiples”. Colección Intramuros. Bid-Editor 2014.

 


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