Crisol de culturas ante un vacilante mundo de violencia, cinismo y desigualdad.

Como un crisol de culturas podría ser calificado el más reciente álbum de quien a lo largo de 6 años consecutivos caracterizó el sonido de la guitarra principal en la súper agrupación Genesis en sus mejores años, cuando Steve Hackett puso unos muy sutiles y personales toques de originalidad a esta agrupación seminal de toda una escuela que hoy simplemente se codifica como Rock Progresivo. El paso de los años , más de consecutivas 4 décadas, le han consolidado y dado la razón acerca de su sonido y su enfoque tan especial quedando patentado en este álbum que bajo el escueto título de “The Night Siren” lo erige como uno de los más brillantes músicos-artistas cuyo producto no puede ser olvidado al clasificar como uno de los más perfilados trabajos fonográficos de lo que va del 2017.  Cada una de las 11 piezas que conforman este álbum, puesto a la venta el pasado 24 de Marzo, es un documento que este artista de nuestros angustiados días es capaz de expresar como su catalizador  para descifrar en notas y sonidos cuanto nos mueve, afecta y hasta nos inmoviliza en una actitud de inocente participante pasivo, si no fuera porque Hackett nos sabe llegar con una subyugante objetividad revestida de armonías que van mucho más allá del consabido esquema musical occidental.

Este es un fascinante viaje de sonoridades y múltiples maneras de retratar  lo que van dejando sus giras e influencias de muy diversas y diferentes culturas de los disímiles ángulos de nuestro único hogar planetario, convertido dicho trance en profundas reflexiones sobre el  caótico estado por el que pasamos actualmente. Ha dicho Hackett en reciente entrevista :”Comencé haciendo un álbum de rock, pero todas esas influencias en mi cabeza terminaron resultando en un álbum de world music. Tuve la fortuna de contactar talentosos músicos, y aunque suene pretencioso, los músicos son naturales embajadores de paz, ya que pude viajar y reunirme con gente muy diferente, y fuimos capaces de crear música juntos de una manera muy multicultural, tal como en verdad debe ser.”  Este es su 25º álbum donde , gracias a su expansivo espíritu como artista ,Steve Hackett, a sus 67 años de edad, nos abre de par en par su “musical box” para crear algo personal y valioso,  una preocupación global bastante sentida y comprometida con la acuciante realidad mundial , lo que hace de “The Night Siren” un trabajo de esperanza en estos tiempos de grandes divisiones , cinismo, presos políticos, egoísmo y ciego odio fraticida.  

Tal como lo escribe Jason M. Rubin  para The Arts Fuse : “Nunca el arte es más importante, más útil, que en tiempos de sublevación política y social. El Arte, y la música en particular, arrojan luces sobre la tiranía y la injusticia, dándole voz a los perseguidos y desposeídos, construyendo una comunidad a través de la articulación de valores y preocupaciones compartidos, y mientras cierto arte y música puedan ser útiles en tales tiempos por simplemente aportar un escape y diversión, ellos pueden también dar una esperanza al expresar una mejor visión de un mundo más unificado.”   Desde los Balcanes hasta Indochina, del medio oriente hasta Perú, pasando por Islandia y de regreso a casa en apenas 57 minutos Steve Hackett nos atrapa con su “travelog” de diversidad musical , y aunque la portada ni el título no nos dé  pistas, lo cierto es que el contenido tiene una diversidad y amplitud temática sorprendente, un catálogo de impresiones y sugerencias que apenas comienza el álbum nos coloca en estado de expectación y eclecticismo cultural . El primer track ”Behind the Smoke” describe la lucha de los refugiados bajo la amenaza de la persecución y exterminio. Al respecto Hackett comentó : “Mucha gente hoy en día está en esa posición , ignorando que cientos de miles de nosotros también tenemos ancestros quienes fueron refugiados. Algunos de los míos fueron judíos que escaparon de la persecución en Polonia durante el siglo XIX. Si Inglaterra no los hubiera dejado entrar, yo no estaría hoy en día aquí contándolo”.  El uso de insistentes ritmos del medio oriente con reminiscencia a “Kashmir” de Led Zeppelin y “Blackstar” de Bowie, aderezado de una instrumentación bastante rica , esta pieza de casi 7 minutos es una suerte de danza amenazante puntualizada por la voz de Amanda Lehmann que  le da entrada a un solo de la guitarra de Hackett lo cual genera olas de energía cuyo climax va decreciendo hasta borrarse. Un poderoso comienzo ! El penúltimo tema “West to East” lleva un mensaje de paz que refleja lo dicho en “Behind the Smoke” musicalmente, donde hay cantantes tanto de Israel como de Palestina (Kobi Farhi y Mira Awad) quienes grabaron juntos sus participaciones. “Con más compasión, comprensión mutua y menos odio el mundo podría ser un mejor lugar, y a aquellos quienes actualmente están hambrientos podría dárseles la oportunidad de una vida mejor. Siempre me he enfocado en lo ecléctico lo cual es particularmente cierto en este álbum donde exploro temas y géneros musicalmente contrastantes.”

El segundo tema “Martian Sea” tiene arrestos de rock metálico donde el solo de guitarra pavimenta la entrada contrastante del sonido de una citara. Ha dicho al respecto S.Hackett :”Cuando un género se agota  viene otro a suplirlo”. “Fifty miles from the North Pole” dibuja el alma de Islandia, de los Gullfoss, otro interesante lugar visitado por este músico donde establece una intensa conexión con esta gélida naturaleza.  Igual sucede con “In the skeleton gallery” donde se funden ricamente  elementos musicales tanto del Este como del Oeste . “Inca Terra”  fue inspirado por su visita al Perú, Machu Picchu y el lago Titicaca. “El espíritu inca tejió su magia a través de todos esos parajes de extraordinaria conexión con la naturaleza y sus bosques lluviosos.”  Todo el álbum  en cualquiera de sus once temas resulta un abanico de sonidos e influencias digeridas y adaptadas para lograr una comunión de ideas y sonidos en una rica amalgama dispar y enriquecedora donde se dan cita  instrumentos y ejecutantes como Malik Mansurov, de Azerbaijan, tocando un tar, un tipo de laúd iraní. También escuchamos el oud árabe y el charango andino, las flautas Uileann célticas, el didgeridoo australiano, como también el duduk armenio, la citara de la India, la guitarra flamenca y la quena sudamericana. Cada uno de estos instrumentos (raros para muchos occidentales) le agregan un sabor exótico y enriquecedor a la totalidad conceptual del álbum como breves momentos de color  y estilo, aunque a la larga todo el disco no pierda la línea rock.

Los arreglos fueron hechos en colaboración del tecladista Roger King quien bien sabe manejar sus computadoras para lograr masivos sonidos, cantidades de preciosos ecos, y fuertes cascadas de percusión, como al igual  una abismante polifonía vocal de apabuyante armonía, superando con creces previas grabaciones. No sólo King aporta su genial cuota en el resultado final de esta placa discográfica que suena pulida y sin grietas técnicas; también Hackett se apoya en otros músicos colaboradores  quienes han aportado un distinguido toque distinto a lo logrado en su anterior álb. “Wolflight”. Rob Townsend en los varios instrumentos de viento, el baterista islandés Gulli Breim, Dick Driver al contrabajo, Amanda Lehmann en voces, su hermano John Hackett en flautas, Christine Townsend (viola), y su esposa Jo Lehmann en voces , refrescan una nueva dirección en la composición más enfocada y versátil donde Stephen Richard Hackett (Pimlico,Londres, 12 febrero 1950) apela a su colección de souvenirs del mundo de sus viajes para dejar a un lado anteriores limitaciones , y con mayor coraje y libertad experimenta a buen gusto para ir más allá de sus propias fronteras y enunciar :“Desde las fronteras territoriales hasta las puertas amuralladas de la entrada, los límites a menudo impiden la marea mientras la sirena de la noche se lamenta, la música rompe todas las defensas.  Para citar a Platón : “Cuando la música cambia, las paredes de la ciudad se sacuden””.