La sistemática destrucción de una memoria
Escrito por Juan Guerrero | X: @camilodeasis   
Jueves, 19 de Enero de 2017 08:45

altA propósito de los actos vandálicos desatados contra la sede del Palacio de las Academias, al parecer, perpetrados por sujetos afectos al régimen

que detenta el poder en Venezuela, creo oportuno indicar algunas reflexiones.

La memoria ancestral venezolana que posteriormente ha tenido sucesivas alteraciones, tanto en la etapa colonial como en la primera parte del violento siglo XIX, es consecuencia de una fragmentación en su proceso de afianzamiento como consciencia cultural.

Desde finales del siglo XVII, ya Oviedo y Baños, uno de los primeros historiadores del tema venezolano, lo manifestaba. Así escribía cuando indagaba en los archivos de la Capitanía General de Venezuela: “Año de 1568 (…)  No se halla en el Archivo Libro Capitular, papel ni razón alguna de las operaciones de aquel tiempo así por descuido de los Pobladores como por el maltrato de los papeles, pues aunque en el Archivo (hay) (u)n libro pequeño que comprende parte del gobierno de don Juan Pimentel con el transcurso del tiempo está tan maltratado y roto que no son inteligibles sus decretos.” (Oviedo y Baños. Tesoro de Noticias)

Y esta destrucción y alteración de los documentos que prosiguen el proceso de construcción de la memoria cultural venezolana, iniciada en la era pre-colombina, se continúa acentuando en los siguientes años y siglos. En lo sucesivo veremos cómo esta actitud es reflejada en una “costumbre” que nos alcanza hasta nuestros días. Es como una especie de necesidad de borrar de la memoria colectiva todo vestigio del pasado y sólo tener referencia de nuestra historia cultural, a partir del siglo XIX y específicamente el 19 de abril de 1810, con la presencia de individuos quienes “personalizan” la historia nacional.

Arístides Rojas, quien en la segunda mitad del siglo XIX se ocupa de investigar la historia antigua venezolana, a propósito de los documentos que deja al morir Oviedo y Baños, hace una serie de reflexiones sobre el tema. “Muerto Oviedo y Baños, la familia comenzó a enaltecer su memoria, mucho se habló de sus manuscritos (…) ¿Dónde están los libros manuscritos, importante resumen cronológico de los materiales que sirvieron a Oviedo y Baños para redactar las dos partes de la Historia de la Conquista y Población de la antigua Provincia de Venezuela? ¿Dónde están los manuscritos originales del II volumen que nunca llegó a publicarse? (Arístides Rojas. Leyendas Históricas de Venezuela).

Y esta duda se acrecienta a medida que Rojas continúa indagando, como en efecto nos dice al referirse a las actas del Ayuntamiento de Caracas, hacia 1765, cuando el Conde de San Javier dona al Ilustre Ayuntamiento dos libros que el hijo mayor de Oviedo y Baños le había regalado. Esos documentos permanecieron en el Ayuntamiento como obras preciosísimas para el resguardo de la memoria de la ciudad. Sin embargo, continúa indicando Rojas, los libros tal vez fueron sustraídos por algunos miembros de la familia del prelado Mauro de Tovar, quien realizó ciertos desmanes y tuvo una vida “licenciosa” en la Caracas del siglo XVII.

Finaliza Rojas esta trágica destrucción de la memoria antigua del venezolano, que va de 1600 a 1703, con las siguientes palabras: “Por cuanto dejamos asentado se comprende que sobran materiales para reconstruir el volumen de la Historia de Venezuela por Oviedo y Baños, ya que el precioso trabajo del autor fue devorado por las llamas.”

Esta visión de conocimiento mutilado de la memoria colectiva del venezolano se continúa en los siglos XVII, XXVIII, XIX, XX y XXI. Picón Febres es tajante cuando nos describe los actos vandálicos en la Guerra de Independencia, a mediados del siglo XIX: “Las tropas de Calzada vendieron o botaron a los barriales muchos o la mayor parte de los libros del Seminario. Otros fueron saqueados y vendidos igualmente. Hechos trizas y quemados por las hordas de vándalos infames de nuestras guerras fratricidas, así como rotos en pedazos los archivos del Gobierno y de la Universidad.” (Picón-Febres. Nacimiento de Venezuela Intelectual)

Innumerables son los registros que sobre la destrucción de la memoria cultural venezolana se mencionan en la época de la Independencia. Esto se corrobora con lo escrito por Calcaño cuando indica que, a propósito de la extraordinaria actividad cultural que llevaba a cabo una de las más prestigiosas familias caraqueñas, en los años cuando se presentan las más crueles atrocidades de las tropas españolas, los documentos y archivos que corresponden a: “la casa de los Ustáriz (que) tuvo fama antes de 1810 por las reuniones de arte que en ella se efectuaban. Se reunían allí poetas y músicos. Como resultado de esas reuniones, a las que asistía el joven Andrés Bello, se conservaba en la casa de los Ustáriz todo un archivo de poesías venezolanas de aquellos tiempos. Ese tesoro literario se perdió años más tarde, cuando la guerra, pues Monteverde ordenó un allanamiento de la casa y todos los papeles que allí existían fueron quemados.” (José Antonio Calcaño. La ciudad y su música)

La despiadada actitud en contra de la memoria cultural se muestra en casi todo el tiempo que duró el proceso de emancipación del Imperio español. Se evidencia en el salvajismo y la barbarie en actos, como los cometidos contra la biblioteca y  los instrumentos de ciencia del padre Andújar, en Parapara. O cuando el general Pablo Morillo le ordena al teniente coronel Nicolás Ceruti: “Haga usted en ésa (en referencia a la Provincia de Venezuela) lo que yo he hecho en Nueva Granada: cortar la cabeza a todo el que sepa leer y escribir, y así se logrará la pacificación de América.”

Pero si esto hicieron los soldados españoles. Los patriotas no se quedaron cortos. En el sitio de Angostura, fue terrible el paso de las tropas de Bolívar y Piar. Despojaron a los pobladores de sus bienes. Los archivos de la Diócesis de la ciudad, junto con los tesoros, fueron a dar al río Orinoco, (Bartolomé Tavera Acosta. Anales de Guayana)

La segunda parte del siglo XIX al igual que toda la primera parte del siglo XX, constituyen evidencias de una tragedia nacional que presenta la mutilación de la memoria cultural venezolana en episodios de destrucción masiva y selectiva de libros, instrumentos científicos, pinturas, esculturas, petroglifos, instrumentos musicales, librerías y demás objetos del saber.

 Por ello, lo ocurrido en días recientes contra el Palacio de las Academias no es más que una práctica que las tiranías, dictaduras e incluso, gobiernos democráticos, han perpetrado contra la cultura nacional.

No es un acto aislado. Constituye una bien orquestada estrategia para borrar de la memoria ciudadana la raíz cultural ancestral y antigua, e imponer un neopensamiento, fraguado a partir de 1998, año cuando el chavizmo se hizo con el control del poder del Estado.

 

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