De la locura cotidiana
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Jueves, 23 de Julio de 2015 00:49

De la locura cotidiana
Iván R. Méndez
Mi primera impresión al leer “La mujer loca” fue, y creó lo tuiteé, la de un divertimento inteligente. Pero avanzando en la lectura sentí que entraba a un territorio, real o falso, con un tic que le otorgaba  cierto carácter de sobrenormal, no así de sobrenatural. De allí a conectarlo con la topografía de Murakami fue cuestión de páginas, pero no hablo de la arquitectura de la novela o el diseño de personajes, sino de la filtración, en lo cotidiano, de algo que escapa por completo a su pesadez. Esta novela tiene un hambre voraz de imaginación y nosotros, los lectores, debemos alimentarla desde nuestra trinchera.
¿Por qué lo digo?
Juan José Millás https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_José_Millás  (Valencia, 1946)  nos introduce, y luego nos espera, en una obra de frases y palabras que se cuestionan a sí mismas mientras van de un pasajero a otro en el Metro y de personajes que son visitados por fenómenos que, como mínimo, rozan la locura. A Julia, quien se formó para vender pescado (pues conoce sus propiedades organolépticas),  la visitan y le piden las cure, palabras y frases con problemas de identidad, “Julia venía observando que la mayoría de las oraciones, como la mayoría de las personas, no sabían nada acerca de sí mismas”.
“—Entonces sabrás decirme por qué, siendo una palabra, no me aceptan en ninguna frase.
Julia que tomó un diccionario que había sobre la mesa, junto al libro de texto, y lo abrió para buscarla, pero no dio con ella.
—No estás aquí dijo.
—¿Cómo voy a estar ahí si estoy aquí? —respondió Pobrema.
—Las palabras pueden estar en muchos sitios a la vez, pero sino estás aquí, no estás en ninguno porque no existes.”
Millás (el autor insertado en la obra)  aprende a domesticar a su yo alterno, desdoblado, que lo ha visitado contadas veces a lo largo de su vida, “le parecía un prodigio caminar junto a él porque, aunque no se hablaban (por alguna razón no podían), había algo del espíritu del Millás de allá que llegaba al de acá como a través de los tabiques de cuela la música de la casa de al lado”.
“La mujer loca” se lee peligrosamente rápido. Los eventos sobrenormales son tratados con humor sutílismo en clave de rompecabezas, que obligan a dejar de lado los paraísos digitales a favor de un lectura enfocada y, aunque la palabra a veces disgusta, muy entretenida. Es literatura que cautiva e inquieta sin necesidad de concesiones o atajos.  Un tercer eje en la obra es la historia de Emérita (y su secreto), una mujer condenada a la inmovilidad luego de una torpe intervención quirúrgica. Ella es cuidada por Julia y  visitada por  Millás para escribir otra crónica sobre la eutanasia (la primera fue sobre Carlos Santos,  que “amaba tanto la vida que quiso gobernar la suya hasta el final“ y la puedes leer al hacer clic aquí http://elpais.com/diario/2010/12/05/eps/1291534015_850215.html ) … Pero ese tema lo descifrarás tú, lector, al comprar el libro en cualquier librería (ayer lo vi en TecniCiencias) y aventurarte por sus páginas.
Por cierto, separo en sílabas a   “Juan José Millás”, son seis, así que el autor es un hexasílabo… tranquilo, no estoy loco, sólo le sigo el juego al escritor.
Sobre el autor
Juan José Millás es novelista, ensayista y un popular articulista http://elpais.com/autor/juan_jose_millas/a/  de El País de España. Lleva 16 novelas publicadas, varios libros de relatos, artículos y reportajes. Ha recibido, entre otros, los premios Nadal, Primavera, Planeta y el Premio Nacional de Narrativa. Si quieres seguirlo en el territorio de la 2.0, su Twitter es @juanjosemillas
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@ivanxcaracas

altMi primera impresión al leer “La mujer loca” fue, y creó lo tuiteé, la de un divertimento inteligente. Pero avanzando en la lectura sentí que entraba a un territorio, real o falso, con un tic que le otorgaba  cierto carácter  sobrenormal,

no así  sobrenatural. De allí a conectarlo con la topografía de Murakami fue cuestión de páginas, pero no hablo de la arquitectura de la novela o el diseño de personajes, sino de la filtración, en lo cotidiano, de algo que escapa por completo a su pesadez. Esta novela tiene un hambre voraz de imaginación y nosotros, los lectores, debemos alimentarla desde nuestra trinchera.

¿Por qué lo digo?

Juan José Millás   (Valencia, 1946)  nos introduce, y luego nos espera, en una obra de frases y palabras que se cuestionan a sí mismas mientras van de un pasajero a otro en el Metro y de personajes que son visitados por fenómenos que, como mínimo, rozan la locura. A Julia, quien se formó para vender pescado (pues conoce sus propiedades organolépticas),  la visitan y le piden las cure, palabras y frases con problemas de identidad, “Julia venía observando que la mayoría de las oraciones, como la mayoría de las personas, no sabían nada acerca de sí mismas”.

“—Entonces sabrás decirme por qué, siendo una palabra, no me aceptan en ninguna frase.

Julia que tomó un diccionario que había sobre la mesa, junto al libro de texto, y lo abrió para buscarla, pero no dio con ella.

—No estás aquí dijo.

—¿Cómo voy a estar ahí si estoy aquí? —respondió Pobrema.

—Las palabras pueden estar en muchos sitios a la vez, pero sino estás aquí, no estás en ninguno porque no existes.”

Millás (el autor insertado en la obra)  aprende a domesticar a su yo alterno, desdoblado, que lo ha visitado contadas veces a lo largo de su vida, “le parecía un prodigio caminar junto a él porque, aunque no se hablaban (por alguna razón no podían), había algo del espíritu del Millás de allá que llegaba al de acá como a través de los tabiques de cuela la música de la casa de al lado”.

“La mujer loca” se lee peligrosamente rápido. Los eventos sobrenormales son tratados con humor sutílismo en clave de rompecabezas, que obligan a dejar de lado los paraísos digitales a favor de un lectura enfocada y, aunque la palabra a veces disgusta, muy entretenida. Es literatura que cautiva e inquieta sin necesidad de concesiones o atajos.  Un tercer eje en la obra es la historia de Emérita (y su secreto), una mujer condenada a la inmovilidad luego de una torpe intervención quirúrgica. Ella es cuidada por Julia y  visitada por  Millás para escribir otra crónica sobre la eutanasia (la primera fue sobre Carlos Santos,  que “amaba tanto la vida que quiso gobernar la suya hasta el final“ y la puedes leer al hacer clic aquí ) … Pero ese tema lo descifrarás tú, lector, al comprar el libro en cualquier librería (ayer lo vi en TecniCiencias) y aventurarte por sus páginas.

Por cierto, separo en sílabas a   “Juan José Millás”, son seis, así que el autor es un hexasílabo… tranquilo, no estoy loco, sólo le sigo el juego al escritor.

Sobre el autor

Juan José Millás es novelista, ensayista y un popular articulista de El País de España. Lleva 16 novelas publicadas, varios libros de relatos, artículos y reportajes. Ha recibido, entre otros, los premios Nadal, Primavera, Planeta y el Premio Nacional de Narrativa. Si quieres seguirlo en el territorio de la 2.0, su Twitter es @juanjosemillas

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