¡Caramba! se fue Galíndez
Escrito por Varios Autores   
Lunes, 15 de Junio de 2009 06:10

"Otilio Galindez decidio irse en la madrugada, para que no lo despertaran", escribe Mary Montes... Indica Antonio Sánchez que "Otilio nos deja un legado de inmensa significación: Pueblos tristes, Mi Tripón, Son Chispitas y cientos de maravillosas canciones venezolanas plenas de nuestros paisajes y nuestras querencias"

 Los Pueblos Tristes estan mas tristes desde esta mañana

Mary Montes

Otilio Galíndez decidio irse en la madrugada, para que no lo despertaran.
Solo quienes estaban despiertos, llegando de una parranda, notaron que en el cielo la luna menguante trataba de volverse llena para alumbrarle el camino. Tambien se juntaron las estrellas agradecidas por ser parte de una bonita cancion de amor que escribió el poeta para enamorar a las muchachas.
¡Caramba! Se fue Otilio en la madrugada y nos dejo con las ganas de escuchar sus canciones.
Habrá que comisionar a Maria Teresa, Soledad, Gualberto, Cecilia y el Cuarteto,  para que nos lo devuelvan completico en un concierto.

Fallece Otilio Galindez          

Antonio Sánchez García

Anoche, mientras dormía, falleció uno de los más grandes compositores de la música popular venezolana: Otilio Galíndez. Extraordinariamente prolífico y talentoso, Otilio nos deja un legado de inmensa significación: Pueblos tristes, Mi Tripón, Son Chispitas y cientos de maravillosas canciones venezolanas plenas de nuestros paisajes y nuestras querencias enriquecieron el repertorio de Soledad Bravo, Lilia Vera, Cecilia Todd, María Teresa Chacín y muchas de nuestras mejores voces. Supo leer en lo más profundo de nuestra sensibilidad con una delicadeza, una sencillez, una ternura y una grandeza pocas veces alcanzadas en la lírica nacional. Expresión de lo mejor de la venezolanidad, está más allá de partidos y banderías: Paz a sus restos.
Desde esta página rogamos por el descanso de su alma y pedimos se le rinda un sincero homenaje nacional.

 

Publicado por Luz Marina en su espacio Facebook

Nace el 13 de diciembre de 1935, en Yaritagua, Estado Yaracuy, Venezuela. Su obra es considerada una pieza trascendental dentro de la música popular venezolana, no sólo por la sencilla poética utilizada para describir la cotidianidad que para muchos pasa desapercibida, sino también porque "a través de sus composiciones se conoce, en forma musical, la geografía nacional".

En sus primeros años de edad, llega a la capital donde se desempeña como limpiabotas y vendedor de billetes de lotería. Conforme iba creciendo, recibía ánimo de sus padres para que se dedicara a lamúsica, su verdadera pasión. Transcurridos sus años de adolescencia le corresponde cumplir con el Servicio Militar, durante el cual compone sus primeras obras, que luego descarta, por considerar que no tenían fuerza poética ni melódica. En 1957 ingresa como empleado de la Universidad Central de Venezuela, cargo que se convertiría en el trampolín con el cual llegar hasta el Orfeón Universitario, donde realiza sus verdaderas primeras composiciones.

Su genio le ha permitido expresar su obra en diversos géneros musicales como el vals, la canción de cuna, danza, tonadas, merengue, joropo, danzón, aguinaldos y parrandas, entre los cuales se destaca una fuerte inclinación por la Navidad, quizás por ser el mes de su nacimiento. Entre las figuras que han interpretado sus obras hay que destacar a Simón Díaz, Lilia Vera, Soledad Bravo, Morella Muñoz, Jesús Sevillano, El Cuarteto, Ensamble Gurrufío, Mercedes Sosa, Pablo Milanés, Esperanza Márquez, Cecilia Todd, Ilan Chester, así como todas las corales del país. Algunas de sus obras: Flor de mayo, Candelaria, Mi bella dama, Caramba, Son chispitas, Ahora, La Restinga, Mariana, Es la primavera, Esos ojitos, Suelo buscarte, Un niño catire, De Belén campanas, El poncho andino, Rizos de ondas, Ese mar.

Murió la noche del 13 de junio de 2009 en Maracay, Estado Aragua, Venezuela.

 Adiós a Otilio Galíndez

Eduardo Casanova

En la década de 1970, gracias a Oswaldo Lares y a Lilia Vera, descubrí la música y la poesía de Otilio Galíndez. Quiso la suerte que me encargara de la gestión cultural de la Gobernación del Distrito Federal en 1974, y una de las bazas de mi gestión fue, justamente, Lilia Vera, cuya voz magnífica recorrió, regando flores, los caminos de Caracas. Y entre las flores más bellas estuvieron las admirables canciones de Otilio. “Caramba”, “La Restinga”, “Pueblos Tristes”, “Mi tripón”, “Luna Dicembrina”, “Ahora”, “Flor de mayo”, “Son chispitas”, piezas armoniosas, llenas a poesía y a veces de un humor delicioso, se dieron a conocer entonces gracias a aquel plan que llevó la música a las plazas públicas caraqueñas, en buena parte por el convenio que, sin ceremonias, hicimos Oswaldo Lares (“Convenezuela”) y yo, al que se sumaron, además de Lilia, Roberto y Cecilia Todd, entre muchos otros. Poco después, de aquella primavera musical de los 70, surgieron grabaciones que permitirían al gran público conocer la obra de Otilio. Compartimos amigos entrañables en Maracay y en Caracas, y uno de ellos, el gran poeta Alberto Hernández, me avisó hoy, 14 de junio de 2009, que Otilio ya no podrá seguir cantando, ni sobrio ni entre las nubes del alma. De inmediato me vino a la memoria aquella tarde en la casa de Oswaldo Lares, en enero o febrero de 1974, cuando una señora amable y muy bella se le acercó a Otilio y le dijo: “Otilio: nunca te había oído cantar tan bien”, y Otilio, con una sonrisa de muchos cielos, le respondió: “Es que nunca me habías oído cantar tan borracho”. Nació el 13 de diciembre de 1935, día de Santa Lucía, en Yaritagua, en el estado Yaracuy, y como cuenta también con mucho humor Miguel Delgado Estévez, en realidad nunca fue bedel de la Universidad. Pero esa conseja era parte de su leyenda. A toda Venezuela le envío un auténtico mensaje de condolencia. Y a los ángeles del cielo, si es que existen, mi felicitación por ese nuevo ángel que en las alturas canta desde este 13 de junio de 2009.

Otilio, musicalmente Galíndez

Alberto Hernández

Se marchó a uno de sus pueblos, cargado de alegrías



Persisto en la idea de que Otilio Galíndez vive ensimismado, porque la única manera de entender que ha dialogado con Dios está en lo que su espíritu produce, en lo que su numen revela a través de magias musicales y palabras.
Avivado por su talento, respiramos sorprendidos el vigor creativo de Otilio Galíndez, el del barrio yaritagüense donde el 13 de diciembre de 1935 viera la luz en medio de la algarabía navideña y la andariega precisión de su madre, de haberlo echado al mundo muy cerca de la fecha del nacimiento de aquel muchachito que todos los años nos mantiene pendientes de su llegada, allá en una pequeña aldea llamada Belén, rodeado de la humildad y las estrellas, de bueyes, jamelgos y camellos, campesinos y villancicos, de pastores borrachos que lo adoraron y dejaron la tradición en nosotros.
Entonces, Otilio, hijo de Rosa Felicita Gutiérrez de Galíndez, una mujer de esta tierra que a cada momento provoca pedirle la bendición, porque de alguna manera –gracias a su gracia tropical y cristiana y a la de su hijo por la estirpe de soñador- somos hijos de Rosa Felicita y hermanos de este muchachote, tan nuestro y tan querido llamado Otilio, que por nombre ha oído el susurro de los ángeles y nos lo ha traído a este lugar llamado tierra, donde hoy, precisamente, siempre celebramos felices.
Un hombre hijo de esta mujer tenía que nacer como es, musical, imaginativo, inteligente, amoroso, amigo de todos y propiedad de quienes afirmamos que Otilio es un patrimonio de nuestros afectos. Razón tiene el poeta Pedro Ruiz al decir de Rosa Felicita que “…sorprende la capacidad de recordar de Felicita en cuya voz escuchamos canciones antiguas, que a su vez ella escuchó allá en su niñez pueblerina. Luego va hasta la máquina de coser y allí, junto al dedal, agujas y lazos de colores que teje para sus nietas, encontró versos escritos “en los momentos en que me llega algo”.
Claro, por eso sigue tejiendo –como Penélope- las canciones que él lleva bajo la camisa y entrega a quienes no dejarán de repetirse el privilegio de vivir.
Con una madre así, con esa heredad, quién no logra ser Otilio. Si es que la música le viene del vientre, de esa sagrada cosmogonía que fue habitación fundacional que celebramos con todas las ganas.
Hablar de Otilo es tan fácil que se nos hace un placer. Fácil por lo que tiene de espíritu, como una vez dije en mi pueblo de Guardatinajas, mientras Dámaso Figueredo y todas las calles del caserío lo celebraban y se entregaban enteramente, en ocasión de hacerle una fiesta a Otilio en pleno corazón de Guárico, mientras la luna veranera del llano caía sin permiso sobre nosotros. Y es cierto, Otilio es puro espíritu.
No hay otra manera de abordarlo. No podemos convertirnos en críticos, en impenitentes académicos para llegar a la conclusión de que este señor de Yaracuy es un músico e imaginero magnífico, extraordinario ser humano que llevamos con lujo en el corazón.
Y para no olvidar lo que ha hecho, este caballero de Yaritagua ha sido amado musicalmente por voces como las de Morella Muñoz, Soledad Bravo, Lilia Vera, Cecilia Todd, Esperanza Márquez, María Teresa Chacín, Simón Díaz, Henry Martínez, Jesús Sevillano, Pablo Milanés, Mercedes Sosa y todas las corales del mundo que en Venezuela cantan, porque sin temor a cometer un desliz, Otilio es nuestra navidad y nuestro año entero en las canciones que nos ha regalado.
Me felicito por estar entre los amigos de este creador, quien nos ha entregado, a entre otros, Juan Carlos Núñez, Luis Ochoa, entre otros, todo el afecto para sentirnos orgullosos, así como a mis parientes calaboceños Miguel y Raúl Delgado Estévez, y a los siempre cordiales hermanos Naranjo, también de la yaracuyana tierra, de la hermosa villa de Guama.
Habitamos en plural las canciones de Otilio. ¿Quién no ha sentido que el mundo es mejor cuando escuchamos “Son chispitas”, “Caramba”, “Candelaria”, “Flor de mayo”,”Mi bella dama”? Y quién no ha visto con los ojos entrecerrados que existe un país donde los “Pueblos tristes” muestran sus más reveladoras miserias a través de un perro que nos enseña la presencia de Dios¿ ¿Quién no ha viajado con “Ahora”? ¿Quién no le cantado a los hijos “Mi tripón”? ¿Quién no ha sido feliz con Otilio?
La música de Otilio nos descubre, nos hace evidentes por lo complejo de su sencillez, por la poesía que contiene y seduce. La tierra y su gente, los pequeños milagros, la lluvia y el sol, los ríos y los pájaros que pueblan árboles gigantes, la mata frutal que revienta a diario en un patio, el niño que nos mira desde su inocencia y hambres, la muchacha que pila las ilusiones, el hombre bajo un sombrero y en cuyos ojos lleva a una dama. La dulzura de su trabajo artístico, sin dejar de lado el compromiso con él mismo y con su mundo, nos mantienen en constante avidez por saber qué otras creaciones nos entregará, porque este señor siempre está inventando, tanto es así que en este momento tiene entre las cejas el tempo y la armonía de una obra que está a punto de brotar en colores, alegrías, ensueños y pasiones, sólo posibles en alguien que jamás ha olvidado su origen.
Se marcha Otilio cargado de afectos, de amores regados por el mundo. Nos deja uno de los legados más hermosos que hombre alguno haya creado: sus canciones, su bondad, su inteligencia, sus bromas, su bohemia que tanto hicimos nuestra en su casa y en todas partes.

Sobre Otilio

Otilio Galindez nació en Yaritagua, Yaracuy el 13 de Diciembre de 1935. Desde pequeño demostró inclinaciones musicales apoyado por su madre en el canto y la poesía. En 1957 fue transferido a Caracas y trabajó en la Universidad Central de Venezuela formando parte del coro de esa casa de estudios.

Sus mentores incluyen personas como Antonio Estévez, Inocente Carreño y Modesta Bor, esta experiencia motivó su creación musical. Rapidamente destacó como un compositor de una musa muy fina.

En las composiciones de Otilio Galindez predominan las canciones navideñas, su primera composición fue la Restinga una canción folclórica navideña. Tambien ha compuesto valses, serenatas, bambucos y joropos, entre ellos encontramos: Pueblos Tristes, Flor de Mayo, Mi tripón y muchas otras.

Sus composiciones han sido ejecutadas y cantadas por los cantores populares venezolanos más conocidos y por otras reconocidas figuras de Latino America tales como Silvio Rodriguez, Pablo Milanes y Mercedes Sosa.

Otilio Galindez residió en Maracay desde 1974.

Otilio en Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=EOvG_E4jrhQ

 

 Artículo® exclusivo  para www.opinionynoticias.com 2009


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