La naturaleza está hablando
Escrito por Alexis Aponte | X: @alexisaponte14   
Martes, 10 de Octubre de 2017 05:22

altTodo el planeta está sufriendo los embates de la naturaleza. Desde China hasta la América Latina, pasando por los Estados Unidos,

Europa, Asia y África. Se expresa de diversas maneras: erupciones volcánicas, temblores y terremotos, inundaciones, huracanes y deslaves. Las pérdidas de vidas son enormes y se han podido disminuir,  gracias a la innovación de la tecnología, los planes de prevención de desastres y el desarrollo de la ciencia.

Ciudades devastadas y en algunos casos poblaciones desaparecidas. El problema ha alcanzado un nivel de preocupación, que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declaró que la economía norte americana se está resintiendo como producto de los daños causados por los fenómenos naturales. Puerto Rico es el caso más reciente y emblemático, cuya recuperación involucra unos cuantos miles de millones de dólares que sumado a su deuda externa en situación de mora, la convierte en irrecuperable en el corto y mediano plazo.

Los daños se cuantifican en el deterioro de los servicios públicos: agua, luz, electricidad, gas, telefonía, vías de comunicación, viviendas, destrucción de fábricas, sembradíos, vías de penetración rural, cambio de la geografía, topografía y deterioro de los terrenos. Sin profundizar en los traumas psicológicos que quedan en el inconsciente colectivo.  

Enfrentar estas calamidades ha demostrado una verdad irrefutable; los países incluyendo los desarrollados, no están preparados para enfrentar los desastres de la naturaleza. Es cierto que de inmediato se manifiesta la solidaridad internacional, pero de una manera espontánea, la mayoría de las  veces no coordinada y otras desordenada.

Las necesidades de ayuda son  muy disímiles y variadas y depende del  desastre manifestado. En las horas inmediatas se requiere de equipos pesados para levantar losas, levantamiento de tierra, vehículos de transporte de materiales y de personas, bien sea terrestre, aéreo, marítimo o acuático. Instrumentos de alta tecnología para detectar calor, fibras ópticas, medios de comunicación satelital, brigadas especializadas de socorristas, personal médico y paramédico, instrumental médico, bomberos y unidades dotadas con las herramientas y materiales adecuados, perros amaestrados en búsqueda de vidas,  hospitales y viviendas de campaña. Estamos seguros que se olvidan detalles que en este momento no se viene a la mente.

Pasados los días viene quizás lo más complejo: recuperar la normalidad. Eso implica reconstruir todo para recuperar la vida en sociedad perdida. Eso también requiere de la solidaridad internacional. Implica planificar las construcciones y nuevos asentamientos en lugares más apropiados, mover poblaciones, incluso ciudades, trazar nuevas vías de comunicación, reparar  los sistemas de distribución de servicios públicos, recuperar y crear nuevas fuentes de empleo. Todo ello requiere de fondos públicos expresados en millardos de dólares, que muchos países no están en capacidad de asumir, sin que esto signifique para la sociedad en general, nuevos endeudamientos, mayor servicio de deuda externa, mayores impuestos y menor ritmo de crecimiento económico, porque el balance es uno: ha habido una destrucción de capital y de activos de la sociedad.

PROPUESTA

Es de aclarar que algunos organismos supranacionales han tratado el tema y es de su preocupación, pero desconozco que se haya abordado con la urgencia y la organización que requiere atender las últimas eventualidades.

Todos estamos expuestos en el momento menos esperado a sufrir una de estas calamidades y uno de los principios modernos de la globalización es la cooperación y la solidaridad. En ese orden de idea: debería de existir a nivel de las Organización de las Naciones Unidas, un Fondo para Contingencias Naturales, que unido a un Grupo de Tareas Internacional con diversas funciones operativas y que,  ante un desastre  en cualquier país, se pueda integrar en cuestión de horas, con los hombres, maquinarias y materiales necesarios, que sumados a un plan operativo pueda ser más eficiente las labores de rescate, ayuda y recuperación de personas, construcciones y entorno destruido. Incluimos en la propuesta el apoyo financiero requerido mediante diferentes modalidades, pero que no signifiquen una carga financiera, que a lo mejor es peor que el desastre sufrido. 

El mejor ejemplo de una coalición eficiente a nivel de detalles lo tuvimos en la lograda por los Aliados para enfrentar el nazismo. Ahora se requiere el mismo nivel de organización y eficiencia de todo el mundo para enfrentar desastres.

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