La arrogancia del poder
Escrito por Dr. Ángel R. Lombardi G. | X: @lombardiboscan   
Martes, 16 de Diciembre de 2014 03:24

LA ARROGANCIA DEL PODER
Los estadounidenses no son un poder amoral a pesar de todos sus desmanes. Por lo menos, en algunos miembros de su clase dirigente, habita el honor y los principios. Recuerdo muy bien el revelador texto del senador William J. Fulbright: La Arrogancia del Poder (1966) donde su autor dejó dicho: “La crítica al propio país es más que un derecho: es un acto de patriotismo”. Obviamente que los halcones y puritanos, extremistas recalcitrantes, amantes de la guerra, protestarán ésta premisa.
El Senado de los Estados Unidos acaba de dar a la luz pública un Informe sobre la CIA y las prácticas irregulares que adoptó en su lucha contra el terrorismo luego de los atentados del 11 de Septiembre de 2001. Lo que llama la atención es que el sistema político estadounidense se hace contraloría así mismo desde los distintos poderes para evitar la usurpación y el abuso en contra de la propia ciudadanía y las leyes de la nación.
Que un Presidente, escaso intelectualmente y con tan mala reputación, como Bush (hijo), justifique la tortura hacia sospechosos, en su mayoría inocentes, y prácticas inhumanas como el waterboarding (ahogamiento simulado), contrasta con las recientes declaraciones de Obama condenando esas torturas.
No había necesidad de esperar ese controversial informe que ha sacudido la conciencia moral de la sociedad estadounidense para saber que el Poder aplasta. Luego de Hiroshima y Nagasaki los Estados Unidos abandonan su aislamiento y se dedican a defender su status de gran potencia mundial: Berlín, Corea, Vietnam, Cuba, Medio Oriente, Irak, Afganistán son los escenarios más visibles de una lucha frontal hacia enemigos reales e imaginarios y donde se planteó el “todo vale”. La CIA no sólo se ha dedicado a espiar en el exterior sino también a sus propios ciudadanos. La CIA se comporta como una institución fuera del control político y sus directores actúan desde las sombras.
En una película reciente, La noche más oscura (Zero Dark Thirty) del año 2012, se nos muestra sin tapujos como el Gobierno estadounidense utilizó la guerra sucia para perseguir a Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda, hasta conseguir su asesinato. Uno se conmueve por el fervor bien intencionado de algunos dirigentes del Tío Sam, sólo que los practicantes de velar por los intereses imperiales, son unos enfermizos recurrentes en violar las leyes internacionales y los derechos humanos apelando al horror.
Reagan y Bush (hijo) fueron presidentes fanatizados por una idea de cruzada bajo la inspiración de un Destino Manifiesto que coloca a Dios como supremo aliado. Visto así el asunto lo normal es que se manipulen las emociones viscerales alrededor del orgullo nacional herido y la venganza reparadora. Basta con visitar hoy a los Estados Unidos para advertir que es una sociedad atemorizada y que vive en constante estado de alerta. Con todo, algunos de sus más fundamentales dirigentes, siguen apelando a la autocritica valiente y “patriótica”.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ

altLos estadounidenses no son un poder amoral a pesar de todos sus desmanes. Por lo menos, en algunos miembros de su clase dirigente, habita el honor

y los principios. Recuerdo muy bien el revelador texto del senador William J. Fulbright: La Arrogancia del Poder (1966) donde su autor dejó dicho: “La crítica al propio país es más que un derecho: es un acto de patriotismo”. Obviamente que los halcones y puritanos, extremistas recalcitrantes, amantes de la guerra, protestarán ésta premisa.

El Senado de los Estados Unidos acaba de dar a la luz pública un Informe sobre la CIA y las prácticas irregulares que adoptó en su lucha contra el terrorismo luego de los atentados del 11 de Septiembre de 2001. Lo que llama la atención es que el sistema político estadounidense se hace contraloría así mismo desde los distintos poderes para evitar la usurpación y el abuso en contra de la propia ciudadanía y las leyes de la nación. 

Que un Presidente, escaso intelectualmente y con tan mala reputación, como Bush (hijo), justifique la tortura hacia sospechosos, en su mayoría inocentes, y prácticas inhumanas como el waterboarding (ahogamiento simulado), contrasta con las recientes declaraciones de Obama condenando esas torturas.

No había necesidad de esperar ese controversial informe que ha sacudido la conciencia moral de la sociedad estadounidense para saber que el Poder aplasta. Luego de Hiroshima y Nagasaki los Estados Unidos abandonan su aislamiento y se dedican a defender su status de gran potencia mundial: Berlín, Corea, Vietnam, Cuba, Medio Oriente, Irak, Afganistán son los escenarios más visibles de una lucha frontal hacia enemigos reales e imaginarios y donde se planteó el “todo vale”. La CIA no sólo se ha dedicado a espiar en el exterior sino también a sus propios ciudadanos. La CIA se comporta como una institución fuera del control político y sus directores actúan desde las sombras.

En una película reciente, La noche más oscura (Zero Dark Thirty) del año 2012, se nos muestra sin tapujos como el Gobierno estadounidense utilizó la guerra sucia para perseguir a Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda, hasta conseguir su asesinato. Uno se conmueve por el fervor bien intencionado de algunos dirigentes del Tío Sam, sólo que los practicantes de velar por los intereses imperiales, son unos enfermizos recurrentes en violar las leyes internacionales y los derechos humanos apelando al horror. 

Reagan y Bush (hijo) fueron presidentes fanatizados por una idea de cruzada bajo la inspiración de un Destino Manifiesto que coloca a Dios como supremo aliado. Visto así el asunto lo normal es que se manipulen las emociones viscerales alrededor del orgullo nacional herido y la venganza reparadora. Basta con visitar hoy a los Estados Unidos para advertir que es una sociedad atemorizada y que vive en constante estado de alerta. Con todo, algunos de sus más fundamentales dirigentes, siguen apelando a la autocritica valiente y “patriótica”.

(*): DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ


 


 


 


 


 


 



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