La Política está perdiendo la batalla planetaria
Escrito por Hermann Alvino | @hjalvino   
Miércoles, 23 de Abril de 2014 03:10

altLa revolución industrial, potenciada hasta límites inimaginables por el desarrollo de la tecnología, se ha basado en los combustibles fósiles como fuente de energía primaria. Ello, unido al patrón de consumo del capitalismo, más el acelerado crecimiento demográfico, y el alargamiento de la expectativa de vida, ha generado un uso extremo de dichos combustibles y la explotación al límite de recursos renovables y no renovables del planeta. Ahora hay dos grandes problemas: el cambio climático y el agotamiento de las reservas necesarias para la civilización tal y como la conocemos.

Imponer otro esquema de consumo es difícil, ya que si las sociedades más ricas han estado "disfrutando" -valga el término- de esta forma de vida durante dos siglos, no parece sencillo que ahora se les diga a los otros países que su intento en "mejorar" su calidad de vida -esto es, salir de la pobreza- emulando ese patrón de consumo, no deben continuarlo, especialmente cuando ningún país desarrollado detiene su misma carrera consumista. Pero harían falta varios planetas más para satisfacer ese intento, a menos que por un colapso demográfico volvamos a ser unos 500 millones de personas, cosa irreal, porque incluso con la reducción de la natalidad -voluntaria o forzada, como ha sido en China- la inercia del crecimiento nos llevará a ser 10 o 12 mil millones.

Sobre este asunto planetario los gobiernos no piensan a largo plazo sino a corto término, más cuando esta situación se va complicando justamente por no hacer los deberes a tiempo; y si los problemas se dejan evolucionar por cuenta propia, la complejidad final  hará imposible resolverlos sin un cambio de paradigma (http://goo.gl/CBmJcS).

Y hacia eso vamos, porque la indiferencia ciudadana es igualmente patética: un estudio de opinión de Abril de este año, muestra que solamente un tercio de los norteamericanos se preocupa acerca del problema climático (http://goo.gl/2LfefE), lo cual es un punto menos con relación a este mismo tema, pero explorado en el año 1989, hace 25 años.

Esto refleja una desmotivación y desinformación alarmantes; aunque la desmotivación es comprensible, dado lo duro que es vivir en sociedades capitalistas, ahora prisioneras del neoliberalismo, donde apenas es suficiente para llegar a fin de mes, y no hay tiempo para reflexionar (por su parte, el clima tampoco es un asunto que le preocupe demasiado a los estudiantes anti régimen que luchan en las calles venezolanas). Pero la desinformación es otra cosa, y aquí es donde la Política es la mayor responsable, al permitir que multinacionales, con intereses concretos en cada caso, distorsionen el debate sobre el cambio climático, al igual que lo hicieron en el pasado con los consumos de tabaco, la talidomida, el DDT, el impacto industrial sobre la capa de ozono, o con la lluvia ácida. Distorsiones todas que al final quedaron desmontadas por la cruda realidad reflejada en las estadísticas (http://www.merchantsofdoubt.org).

La técnica de desinformación mantiene vivo el “debate”, criticando los resultados científicos  con esos investigadores que optaron por ponerse al servicio del dinero y no del conocimiento como tal. También se recurre a la guerra económica de precios, para seguir enganchando a sus consumidores. Por ejemplo, hace pocos años, cuando el gobierno de España optó por aumentar el impuesto al consumo de cigarrillos, las tabacaleras procedieron de inmediato a disminuir el precio del paquete.

Esta conducta es la misma con relación al cambio climático, donde la industria del petróleo, del plástico, de productos químicos, etc., insisten en que no existe un vínculo probado entre la acción humana y el efecto invernadero, ya que los niveles de dióxido de carbono, o de metano, siempre han variado a lo largo de la historia del planeta. Conductas similares vemos en la industria del ganado vacuno (por lo del metano que genera cada animal), que por extensión ha involucrado en su defensa y argumentación a la industria de la comida rápida de hamburguesas.

El círculo de presión se cierra con los lobbies con las que estas corporaciones han penetrado los parlamentos de los países más influyentes, haciendo casi imposible no sospechar sobre la existencia de vasos comunicantes con quienes legislan y gobiernan, mediante el financiamiento generoso de las campañas electorales de quienes aceptan servir esos intereses, renunciando al principio básico de la acción política, cual es el Bien Común. Sumemos ahora el factor consumo, derivado de una ética de éxito personal, que en los tiempos modernos, a través de la publicidad y a la carencia de valores educativos, ha asociado el tener más con el ser mejor, reflejando así otra de la fallas de la Política, al permitir que la educación se deforme hasta ese punto.

Otro factor es el ideológico neoconservador, con su expresión económica neoliberal, que predica un libre mercado autoregulable a ultranza, que sabrá resolver este asunto, porque  cuando los niveles sean ya lo suficientemente críticos, la ciencia que se derivará de esa demanda nos dará las soluciones. Mientras tanto, ellos siguen manteniendo el pulso para que la legislación no imponga mejores condiciones fiscales, más los aportes a la investigación y desarrollo de energías limpias.

Recordemos que el cambio climático se deriva del paulatino calentamiento global, cuando un 35% de radiación solar que llega hasta la superficie, debería rebotar, devolviéndose así al espacio; pero no puede hacerlo, porque los gases de la actividad humana se lo impiden, quedando su calor aprisionado en la atmósfera,  rebotando a su vez de nuevo a la superficie terrestre a causa de las moléculas de gas metano, dióxido de carbono y vapor de agua que saturan nuestro aire. En otras palabras, el planeta acumula  permanentemente un 30-35 % más de calor de lo que debería.

El reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, con fecha 14 de Abril de 2014, alerta sobre la cercanía del punto de irreversibilidad de este proceso, lo que conllevaría un claro riesgo al andamiaje de la  actual civilización (la perspectiva de este informe se puede apreciar en http://goo.gl/W6gCBa y en http://goo.gl/BTtFmZ). El informe es muy claro sobre la próxima irreversibilidad del cambio climático y los efectos desestabilizadores sobre la sociedad, y también lo es sobre la certidumbre de que la actividad humana es la causa de ello, pasando esta hipótesis de lo "muy posible" -con un grado de confianza del 90% en 2007-, a lo "extremadamente posible" -con un porcentaje actual de confianza del 95%; esto implica que mantener el promedio de la temperatura terrestre solamente 2 grados centígrados sobre la temperatura previa a la revolución industrial, para el año 2030 las fuentes de energía limpia deberán ser el 25% del total, y del 60% para el año 2050.

El clima extremo -inundaciones, olas de calor, huracanes, lluvias fuera de temporada y sequías prolongadas- será un factor estratégico de primer orden, incluso para las políticas de defensa de cada país, ya que se conjuga con el agotamiento dentro de algunas décadas de las fuentes de agua potable en muchas regiones, causando inevitables fuentes de conflicto. Incluso los conflictos de Siria, Dafour, y la "primavera árabe", tienen vínculos con la escasez de agua y alimentos. La misma China, con escenarios de escasez extrema dentro de sus propias fronteras, y con intereses muy concretos en varios países de África, podría entonces actuar allí con más profundidad, abriendo múltiples posibilidades nada prometedoras. Los efectos climáticos podrán causar un enorme aumento del precio de los alimentos, al ser éstos más escasos, dada la indisposición de grandes superficies cultivables por la degradación de los suelos, con el impacto inmediato en la desigualdad social, lo cual, sumado a nuevos flujos de refugiados inducidos por la perdida de áreas urbanas cercanas al mar, generará muchas tensiones entre países.

Para el año 2050 se estima se habrá producido la extinción de varias especies marinas, actualmente sujetas a una sobreexplotación que sobrepasa cualquier posibilidad de recuperación. Esto será un drama para la biodiversidad y un enorme problema social, al afectar a miles de comunidades, cuya vida y sustento depende de la pesca. Otros efectos colaterales del calentamiento global, y lo errático del clima, serán las enfermedades, por la nueva distribución de vectores que ampliarán su área de influencia, mientras que los países más generosos con la ayuda internacional verán que esos costos alcanzarán niveles altísimos, dificultando esa actividad, que no solo sería de suministro de alimentos o medicinas, sino de reconstrucción de grandes áreas urbanas barridas por algún mega huracán, en caso de que el nivel del mar, por efecto del calentamiento global, y por tanto del consecuente deshielo, llegase a aumentar un metro o más.

Frente a esta falla enorme de la Política como mecanismo de prevención y ajuste, lo que hace falta es comprometerse como ciudadano, y castigar electoralmente a quienes desean mantener este estado de cosas; elegir a quienes se comprometan a cambiar los patrones de consumo por medio de una educación que rescate conceptos como el de austeridad, para obligar a esas mismas corporaciones a perecer, o a redireccionar sus actividades hacia esa exigencia ciudadana; elegir a quienes desean aportar esfuerzos y leyes para migrar firmemente hacia las energías limpias; y a premiar a quien está dispuesto a interactuar con firmeza frente a las potencias que sigan contaminando: porque es muy fácil defender el libre comercio a ultranza -como hace cualquier neoliberal que se respete-, aceptando importar sin aranceles productos casi regalados de industrias chinas cuya inversión en protección ambiental es nula, al igual que lo es remuneración laboral, y que marcha paralela al ojo avizor estatal, que impide cualquier movimiento organizado que rechace  ambas cosas. En esto, neoliberales y comunistas chinos se entienden a la perfección, tanto en lo del clima como en sus ataduras a los trabajdores.

El informe del IPCC precede la conferencia sobre cambio climático de Octubre 2014 en Lima, orientada a un protocolo realmente efectivo, pero faltará por ver si cada ciudadano del mundo será capaz de comprometerse para detener esto e impedir que el mundo del futuro sea un lugar espantoso para vivir en él. Mientras tanto personalidades como Al Gore y muchas ONG’s lo siguen intentando.

Aunque, si al mencionado estudio de opinión, le sumamos el vandalismo de los turistas chinos en los monumentos egipcios, reflejando un absoluto desdén por todo lo que le rodea, no hay muchos motivos para ser optimistas. (http://goo.gl/LNOjKN)

http://vivalapolitica.wordpress.com/

@hjalvino


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